Epidemia de Dengue: Responsabilidad del Gobierno

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Opinión

 

Por Laura Castillo García*

Durante una o dos semanas de este año 2024, cerca de 19 mil personas se han ausentado de sus centros de trabajo por haberse contagiado de dengue luego de recibir la picadura del mosquito transmisor, Aedes aegypti. Muchas de esas 19 mil personas no recibieron diagnóstico ni atención en ningún centro de salud público porque «la gente no confía en ellos porque sólo les dan paracetamol», denunciaron familiares de los afectados.

Fiebre alta, dolores intensos de cabeza, de músculos y de las articulaciones, además de erupciones, vómito, sangrado por la nariz y cansancio extremo, discapacitan por una o dos semanas a las personas víctimas del dengue; eso, en casos leves, aunque el dengue también puede causar la muerte.

De acuerdo con la Secretaría de Salud federal, desde 2022 ha crecido el número de casos en el Estado de México, aunque hasta el momento aquí sólo se han registrado dos defunciones; pero en el país se han registrado 430 muertes. Las entidades más afectadas son: Guerrero, Tabasco, Michoacán, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Jalisco y Morelos.

Aunque en la mayoría de los casos el dengue no llega a ser una amenaza de muerte, desde hace años sí representa un problema de salud pública para ciertas latitudes y por las más de casi 7 millones de horas-hombre laborales perdidas porque la gente padece ese mal, el cual se ha visto favorecido por el cambio climático y la falta de campañas profundas de prevención a fin de acabar con los reservorios del mosquito.

Todos sabemos que el deterioro del sistema de salud que empezó desde el inicio de la administración de Andrés Manuel López Obrador, en el año 2018, ha afectado la atención médica de millones de mexicanos y no podría ser de otra manera ante los casos de dengue, a los que en las instituciones de salud sólo les recetan paracetamol, algo para el vómito y reposo, sin tomar en cuenta que este reposo conlleva dejar de trabajar y, por tanto, no percibir un salario seguro –aunque sea pequeño– para solventar los gastos de alimentación y cuidados en casa, los cuales en ese tiempo recaen en otros miembros de la familia, quienes también perciben raquíticos salarios, los cuales no satisfacen todas sus necesidades materiales y menos sirven para atender como se requiere a un enfermo.

Aunque el gobierno mexicano no lo diga, la realidad es que estamos ante otra epidemia, en esta ocasión epidemia de dengue que, como toda epidemia, requiere de acciones gubernamentales efectivas, pero no las vemos por ningún lado a pesar de que las lluvias están a todo lo que dan y son un importante factor para la proliferación del mosquito transmisor.

Al respecto, hace tres meses, para ser exactos a fines del pasado mes de marzo, el gobierno del Estado de México se unió a la Primera Jornada Nacional de Lucha contra el Dengue, que dirigió principalmente a los 15 municipios del sur mexiquense. Bajo el lema Elimina El Criadero ¡Al Dengue Le Decimos Cero!, las autoridades estatales y federales lanzaron recomendaciones para eliminar al mosquito, “como la estrategia ‘Lava, Tapa, Voltea y Tira’ que consiste en: lavar con jabón y cepillo tinacos, cisternas, piletas, cubetas, floreros y cualquier recipiente que pueda almacenar agua; tapar todo depósito donde se acumule agua; voltear cubetas, tinas o cualquier objeto que se encuentre al exterior de la casa y tirar botellas, llantas, latas o trastes que ya no se utilicen”.

Como se ve, los más afectados por el dengue –igual que como sucede con muchos otros contagios masivos, como el COVID-19–, son los sectores más vulnerables de la sociedad; basta analizar detenidamente la campaña gubernamental para darnos cuenta de que estuvo dirigida a los habitantes de los asentamientos humanos más pobres y marginados del sur, mayoritariamente de zonas rurales, como son los del sur de la entidad mexiquense, así como los más necesitados del país: aquellos que recolectan agua en tambos, piletas y cubetas, que están a la intemperie y que son los principales focos de crecimiento de los mosquitos transmisores.

La campaña gubernamental claramente dejó caer la responsabilidad en la población, pues a ésta le dejó la tarea de limpiar y no acumular agua a la intemperie. Por su parte, la Secretaría de Salud se comprometió a eliminar temporalmente los focos de infección con nebulización de las áreas de riesgo, deschatarrización masiva y difusión de medidas preventivas. Además, se comprometió a atender a los contagiados de dengue en las unidades médicas y a darles el «tratamiento» correspondiente que se limitó a darles paracetamol, algo para el vómito y nada más.

En ningún momento, la Secretaría de Salud ofreció a los enfermos cama limpia y atención profesional, ni una despensa o ayuda económica para que tomaran tranquilamente el reposo recomendado para superar la crisis.

El gobierno del Estado de México, ni tampoco el federal, no ofreció programas de vivienda, incluidas cisternas para que la gente dejara de acumular agua al aire libre y así eliminar los larvarios del Aedes aegypti. Si lo hubiera hecho así seguramente disminuirían sensiblemente los contagios anuales de dengue y hasta podrían eliminarse definitivamente. No, nada de eso sucedió y por lo que se ve no sucederá porque tanto el gobierno federal como el estatal están enfocados en entregar apoyos directos –que mucho ayudan a los más necesitados–, y no sucederá porque a los diferentes niveles de gobierno no les interesa mejorar las condiciones de vida de la población más vulnerable.

Mientras los gobiernos federal, estatal y municipal no ataquen las causas de fondo de la propagación del mosquito transmisor del dengue, esta epidemia también seguirá siendo responsabilidad del gobierno.

Si queremos acabar con la epidemia de dengue, así como con todas las enfermedades que afectan al ser humano y también las enfermedades sociales, no hay de otra: la mayoría de los mexicanos debemos organizarnos, formar un partido político que verdaderamente represente los intereses del pueblo y pelear por el poder político del país para desde ahí tomar las medidas necesarias y diseñar estrategias para que la mayoría de mexicanos viva mejor.

Carlos H.


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