- Con la escuela a distancia, hoy una niña tiene el doble de probabilidades de no volver a la escuela, dice la diputada
Por Sara Lovera
SemMéxico/El Sol de México. Cd. de México. 06 de marzo 2021.- La escuela a distancia tiene malas noticias. Si antes el sistema no ayudaba a cerrar las brechas de desigualdad, hoy, con esta crisis sanitaria, plantea para las niñas mexicanas un enorme desencanto, porque en situaciones de crisis, una niña o una joven tiene el doble de probabilidades de no volver a la escuela. Eso es devastador. Así lo dice Ana Razo Pérez, integrante de la Red de Mujeres por la Educación.
Agrega que esa, que es una crisis doble, sanitaria y de deserción, sumada la manera como se decidió no interrumpir el servicio escolarizado, sin tomar en cuenta las diferencias, socio económicas y sociales de los hogares, sin saber quién tiene o no una computadora, por ejemplo, sumó una enorme carga a las madres, en quienes se centra la responsabilidad de la prole, se sumaron pocos incentivos para aprender.
En una charla ordenada, interrumpida por su genuina preocupación de qué les pasará a las niñas por la deserción escolar, que ya era un problema, habló extensamente sobre cómo la escuela no ha considerado, nunca, las diferencias entre mujeres y hombres.
La también investigadora del CIDE, explicó que la crisis del Covid 19 tomó por sorpresa a todas las personas y a las autoridades, pero los remedios, sin pensar y planear cuidadosamente, sumaron a años de desigualdad de género, que en la escuela presencial nunca contribuyó a cerrar las brechas de desigualdad y más bien ha sido un factor sustantivo para eternizar los estereotipos.
Esta situación, también, tema de campaña en su red, exacerbó el añejo problema de la deserción que en las niñas afecta su desarrollo, su discriminación y las coloca en situación de la violencia naturalizada.
Hoy se calcula que, en el mundo, 20 millones de niñas y mujeres dejarán de asistir a la escuela a causa de la crisis sanitaria y en México se habla de un millón de jóvenes, que abandonarán el bachillerato, entre otras cosas, porque el confinamiento ha derivado a muchas niñas y mujeres a labores de cuidado y a escenarios de violencia en casa.
Genuinamente preocupada, Razo Pérez propone pensar en un instante en las niñas –también los niños- que ya cumplieron un año sin aula, dejaron de socializar, aumentaron sus miedos y pregunta: ¿Cómo se volverá a la escuela?, ¿Qué pasa con las niñas, con las maestras, con las mamás? Históricamente excluidas y dijo que esta es la peor pesadilla para cualquier autoridad educativa y es una desgracia para las futuras generaciones.
En la entrevista, en la que por momentos se le nublaron los ojos, afirmó que ya se venían arrastrando muchos problemas de desigualdad de oportunidades educativas por género y ahora con el Covid se exacerbaron mucho más esas desigualdades. El llamado a volver a la escuela, con esta experiencia obliga a repensar el aprendizaje, la convivencia y cómo incluir conocimientos y habilidades para propiciar la igualdad entre hombres y mujeres.
Luego advirtió que de no hacerse, se está desairando un futuro sin la participación de la juventud y de la niñez por aprender, “vamos a pagar un alto costo” y urge a repensar la escuela, reiteró, no sólo en el contenido, y el montón de información, sino en el sentido de la función del aprendizaje, donde es clave para el conocimiento, fomentar la curiosidad, que no se hace, con esas cápsulas de televisión con que se pretendió no interrumpir la escolarización.
En el escenario de volver a las aulas, también hay que tomar nota: la escuela no será importante para las mujeres, más preocupadas y ocupadas en asumir labores de cuidados, cuidados a sus hermanos menores, a sus adultos mayores, a los enfermos y a realizar tareas domésticas, domeñadas por el aislamiento.
Las madres
Pensando en las madres, la integrante de la Red de Mujeres por la Educación hizo notar la sobrecarga, cómo funcionan los niveles de paciencia, la posibilidad de auto administrarse, la posibilidad de tener ayuda que te alivie un poco esta carga pues se ven mucho más disminuidas por el aislamiento.
Sobre el acompañamiento escolar, los efectos en las madres aún no se investigan, pero se puede decir que ese acompañamiento ligado a la sobrecarga de las mujeres ahora, en pandemia, hasta en triple o cuádruple jornada. Se sienten agobiadas porque no están acompañando a sus hijas o hijos lo suficiente. Además, por la carga social que el éxito y el acompañamiento escolar se liga directamente a la madre, el padre se desdibuja un poco, porque está trabajando. Ello también contribuye a la violencia contra niños y niñas.
Luego habló de las soluciones, esas de no interrumpir la escolarización, y sobre las reformas educativas. De ello la especialista dice que hay más noticias malas que buenas, porque las dos reformas educativas, la del sexenio pasado y la anunciada ahora en la Cuarta Transformación, en realidad, son reformas de administración del poder dentro de la institución y no transformadoras.
La pandemia se enfrentó con un sistema educativo no preparado, ¡nadie estaba preparada!, pero que no fue lo mejor la respuesta inmediata, para no interrumpir el servicio escolarizado, además esa “no interrupción” mantuvo la neutralidad, cómplice de una transformación, “me parece que fue lo que sucedió esta vez”, la medida de no interrumpir los servicios escolarizados, no pensó qué sucedería, ni advirtió lo que iba a pasar, cuando no era nuevo, como lo es la deserción, a pesar de las experiencias en otras crisis sanitarias, como la del ébola que trajo ejemplos de lo qué pasaría con las niñas y las mujeres.
Para Ana Razo Pérez, tampoco se pensó en la desigualdad. No era posible lanzar una iniciativa escolarizada para todos y todas por igual, homogénea, sin reconocer a las más vulnerables. Y tampoco se tomó en cuenta que no se aprende de la misma manera. Como no todas las personas vienen de condiciones iguales, con madres y padres que los apoyan, desayunados, sin ninguna preocupación y para todo mundo es semejante para llenar su cerebro con información.
Además, se asumió que todo mundo tenía internet, un espacio y lo único que hacía falta era poner un calendario, llevó a la estrategia de la escuela por televisión, al igual que el espacio con herramientas como Google, enfocada sólo a dar un montón de información personalizada a madres y padres, pero “no sabemos quién está administrando esa información y que se está haciendo con esos datos”, por ejemplo.
En las cápsulas de “Aprender en casa” advierte retoma errores de la escuela presencial de los salones, asumiendo que el aprendizaje es información y dejando de lado que el aprendizaje tiene la naturaleza de interesar a la otra y al otro por aprender. En pocas palabras no importó que lo fundamental en la enseñanza, es sembrar una semilla de curiosidad, lo que hace aprender para toda la vida. Si eso mueve, “nada te va a detener”, eso es lo que la escuela debería brindar. Con las capsulas “Aprender en Casa” no se logra.
Los padres suelen ser como los maestros y las maestras. Son parte de una estructura social centrada en la masculinidad y en el patriarcado, con excepciones, porque si podemos encontrar maestros y maestras geniales, muy buenos en deconstruir estereotipos de género, pero es por una acción individual más que por un diseño del sistema educativo.
Finalmente, el llamado a regresar es ¿cómo debemos regresar? Para la igualad, dijo que tiene esperanza en la nueva titular de la SEP y su sensibilidad le permita identificar que existe la oportunidad de repensar la escuela, repensar sobre aprendizaje y en la función educativa de la escuela, la función socializadora de la escuela y el disfrute de aprender con calidez, con ética pública viviéndola con las y los demás.