
- Los «bloques negros», anidados en universidades y prepas de México, tienen tendencia de izquierda (anarquistas, feministas radicales…), pero el utilizar la confrontación directa con policías mediante acciones violentas los acercan a la derecha.
Ciudad de México, 20 de noviembre (SinEmbargo).– En la última década, los grupos de choque universitarios han tenido picos de violencia en la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, en las manifestaciones por Ayotzinapa, el ataque a estudiantes en la Torre de Rectoría cuando Andrés Manuel López Obrador resultó Presidente electo y, este año, en la marcha contra la gentrificación en Ciudad Universitaria, la protesta del 2 de octubre y el fin de semana pasado en la de la denominada «Generación Z», donde algunos integrantes de «bloques negros» llevaron hasta sierras eléctricas para cortar las soldaduras y cadenas de las vallas frente al Palacio Nacional.
Los «bloques negros» en México tienen tendencia de izquierda, pero el utilizar la confrontación directa con policías mediante acciones violentas los acerca a la derecha, dijo Hugo Sánchez Gudiño, un académico de la UNAM que durante tres décadas ha estudiado la génesis y desarrollo de los grupos de porros en universidades.
«En el ‘bloque negro’ no hay ideológicamente gente de derecha, pero evidentemente sus acciones los acercan con ciertos intereses de la derecha. A mucha gente la desconcierta porque sus acciones en ciertos momentos, como ahorita, los acercan con la derecha que está desesperada por encontrar elementos que deslegitimen o desacrediten al Gobierno de Claudia Sheinbaum y a la 4T», afirmó en entrevista el académico. «Si encontraran puentes de comunicación, de consenso con esos colectivos, neutralizarían a los grupos políticos externos que quieren utilizarlos».
SinEmbargo informó previamente que autoridades federales tienen identificados desde 2022 en la Ciudad de México y el país la presencia de al menos 18 grupos que se autodenominan anarquistas, entre ellos, el «bloque negro». Siete de ellos son descritos con “tendencia radical” y protestan con “acciones violentas”, así lo muestra un análisis elaborado por el Centro Nacional de Investigación (CNI).
Al menos tres personas resultaron heridas luego de una protesta por supuestos estudiantes en las instalaciones de Ciudad Universitaria en mayo 2025, a un año del ataque porril afuera del CCH Naucalpan. Foto: Rogelio Morales, Cuartoscuro.
Ante los más de 90 policías heridos en el enfrentamiento con el bloque negro el 2 de octubre, el Secretario de Gobierno de la Ciudad de México, César Cravioto, dijo que con la violencia de alrededor de 350 encapuchados «lo que se quería era que el Gobierno de la Ciudad de México cayera en esta gran provocación».
Esta semana, la Jefa De Gobierno Clara Brugada negó que el sábado 15 de noviembre se haya utilizado gas lacrimógeno, pero se reconoció el uso excesivo de la fuerza por parte de algunos elementos que fungieron como valla humana luego de que el grupo de choque logró derribar parte de las vallas frente al Palacio Nacional. Más de 100 policías sufrieron lesiones, golpes y quemaduras, algunas graves.
En la UNAM, explicó el investigador Sánchez Gudiño, actualmente las protestas, los paros estudiantiles y las clases en línea en prepas y facultades son principalmente contra la inseguridad interna –agudizado por el asesinato de un joven en el CCH Sur– y contra la «burocracia dorada» de la Rectoría conformada por el Rector Leonardo Lomelí (2023-2027), la Junta de Gobierno y algunos directores de las Facultades, Prepas y CCHs que defienden sus privilegios académicos como plazas y altos salarios respecto a los profesores de asignatura.
En el marco de los paros y los trabajadores de vigilancia involucrados en la asfixia de un aficionado del Cruz Azul afuera del estadio de Ciudad Universitaria, otra vez se cambió de jefe de seguridad como ocurrió en el ataque porril a estudiantes en Rectoría el 3 de septiembre de 2018. El Rector Leonardo Lomelí designó la semana pasada a Manuel Palma Rangel como el nuevo secretario de Prevención y Apoyo a la Movilidad y Seguridad Universitaria (SPAMSU). Palma Rangel se ha desempeñado como funcionario en gabinetes de seguridad y justicia en el ámbito federal y local con experiencia en seguridad penitenciaria.
Estudiantes del plantel Colegio Ciencias de Humanidades plantel Naucalpan (CCH Naucalpan) entraron a asamblea estudiantil Para hablar sobre puntos petitorios y su exigencia porque se eliminen los porros de la UNAM.
En mayo de 2024, a un mes de la elección presidencial donde resultó electa Claudia Sheinbaum, un ataque porril causó la muerte de un joven afuera del CCH Naucalpan. Un estudiante de la FES Acatlán, que esperaba a su hermano, sufrió un paro cardiaco y falleció en el lugar.
Este noviembre, estudiantes de la Preparatoria Urbana «Alfonso Calderón Moreno» de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) mantienen tomadas las instalaciones contra un presunto fraude electoral para que se reeligiera la maestra Concepción Meneses Juárez. En facultades de la BUAP se han ido a paro a inicios de 2025 contra falta de protocolos para abordar el acoso sexual de profesores y por la falta de inmobiliario digno para estudiar. Hay registro hemerográfico de presencia de porros en la BUAP desde hace 20 años
«El bloque negro es una suma de colectivos –expuso Sánchez Gudiño sobre los grupos de choque de universidades–. Hay zapatistas, hay feministas separatistas, hay anarcos; en el bloque negro tenemos unas diez corrientes muy diversas, que cada una reivindica una ideología. El lugar común de todos los colectivos que están en el bloque negro es que es una postura radical y de enfrentamiento al capitalismo y al aparato represivo del Estado, que en este caso es la policía, los granaderos o quien tenga la labor de la seguridad. Y los otros colectivos –los ecologistas, los alumnos de la periferia– son jóvenes más moderados».
Entre estos colectivos estudiantiles, agregó, hay cercanos a la izquierda que hoy gobierna, pero en el caso del «bloque negro» se incluye a los anarquistas y a las feministas separatistas con posturas antigobierno, en este caso, de la 4T.
Los grupos de porros de derecha que hubo en la UNAM fueron después del 68 y el más conocido fue el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), un porrismo fascista. Sus dirigentes se hacían llamar «Los 12 apóstoles», incluyendo el escritor Luis Pazos. El MURO utilizaba la calumnia y la violencia como métodos de acción. Sus 12 Apóstoles y las logias secretas asociadas (como la Legión Juvenil Cristiana y la Liga Universitaria Nacionalista) gozaron de apoyo ideológico y económico de importantes círculos de poder dentro y fuera de la UNAM.
Hugo Salinas Price, padre de Ricardo Salinas Pliego, era patrocinador del MURO, organismo fachada de El Yunque, «a efecto de contrarrestar el terror de la izquierda entre estudiantes», como Salinas Price escribió en sus memorias.
«En una ocasión MURO decidió hacer una manifestación en la propia UNAM. Para asombro de la izquierda se quemó la efigie de Fidel Castro. Fue divertido», escribió Salinas Price en Mis años en Elektra (Diana, 2000).
Este jueves 20 de noviembre, la cuenta de X de «Generación Z México» está convocando a una segunda manifestación en el Ángel de la Independencia y otras ciudades del país, a la par de que la Sedena realizará el desfile militar por el aniversario de la Revolución Mexicana, por primera vez, ajustando la ruta del Zócalo de la CDMX al Monumento a la Revolución.
La misma cuenta de X también llamó a una manifestación este jueves dentro de la UNAM, cuyos alumnos de la Facultad de Derecho (los de postura de derecha) se movilizaron en septiembre del año pasado en calles del sur de la CDMX contra la Reforma Judicial, incluyendo al egresado Edson Andrade, a quien el PAN contrató en febrero de 2025 por 2 millones de pesos para estrategia de difusión en redes sociales.
El Rector Leonardo Lomelí dijo el miércoles que no se tienen detalles sobre la convocatoria. «No sabemos si son colectivos de la universidad o si son otras personas», declaró a la prensa en un evento en el Senado.
El académico Hugo Sánchez Gudiño observó que «quienes estarían convocando de la UNAM son estudiantes de la Facultad de Derecho, más afines con el espíritu anti4T y anti Sheinbaum de los marchistas Z del sábado. Si tendrán éxito en la UNAM depende de la capacidad de los alumnos de Derecho. Ya mostraron su músculo cuando se pronunciaron en contra de la Reforma Judicial, movilizando en calles a cientos de alumnos. No descarto que aparezcan los del bloque negro, ya sea para boicotear la marcha o unirse y enfrentarse con la policía».
«Si el escenario de éxito prospera en la UNAM, la ‘burocracia dorada’ y el Rector de la UNAM tendrán otro frente abierto de protesta estudiantil, ya no solamente la izquierda moderada y el bloque negro, ahora se sumarán los de Derecho (y de derecha)», prevé.
Este martes, el Rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, entregó 14 doctorados honoris causa a personalidades nacionales y extranjeras que «han realizado una labor extraordinaria para mejorar el bienestar de la humanidad», entre ellos, a Julio Frenk Mora (exsecretario de Salud de Vicente Fox) y José Sarukhán Kermez (exrector cercano al poder desde Salinas de Gortari). Lomelí estuvo acompañado de la élite dorada de rectoría: la secretaria General de la UNAM, Patricia Dolores Dávila Aranda; la presidenta en turno de la Junta de Gobierno, Margarita Beatriz Luna Ramos; y el presidente de la Junta de Patronos, Mario Luis Fuentes Alcalá.
«El país entero y la comunidad universitaria han atravesado situaciones difíciles, hemos experimentado pérdidas que duelen, amenazas que inquietan y debates que intentan dividir, pero la Universidad Nacional no se paraliza», aseguró el Rector Lomelí durante el evento celebrado en Palacio de Minería. «Siempre defenderemos la pluralidad, el intercambio libre de ideas, la manifestación de posturas, la expresión de las necesidades y el cumplimiento de la ley. Desde las diferencias, no cedemos ante la agresión injustificada ni la descalificación”.
¿A quiénes responden?
Con orígenes en la década de los veinte, plantea el académico Hugo Sánchez Gudiño, los grupos de porros y encapuchados se han ido adaptando al contexto político y, en momentos muy específicos, los líderes han respondido a los intereses del poder político como en los 50’s con Miguel Alemán, y en los 70’s con Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.
Un joven porro de la década de los setenta, que creció con madre ausente y violencia intrafamiliar, declaró: «Ella era refresa y creía que yo era buena onda, pero que como me juntaba con los de la porra, traía mala onda. Me cae que no era así. No hay nada como los cuates, somos como una familiota, nunca estás solo. Cualquier bronca, te la alivianan. Si necesitas luz (dinero), te la pasan; que una bronca, ahí están todos». Así lo documenta Carmen Cira Guitián Berniser, autora de la tesis «Las porras: estudio de caso de un grupo de presión universitario» (UNAM, 1975).
Este porro citado estudió hasta la preparatoria porque al iniciar la Facultad, en tiempos de Luis Echeverría, su padre enfermó y tuvo que buscar ingresos para sus hermanastros. «La chamba –cuenta– era sencilla. Rolaba por las prepas sacándole la sopa a los chavos y luego le contaba al licenciado. A veces otro cuate y yo teníamos que darle una calentadita a algún acelerado, pero de ahí no pasaba. Me ascendieron y el licenciado me pasó a otra chamba, es muy fácil, pero ya no me gusta. Interrogo guerrilleros, les doy su calentadita y sueltan la sopa. Hay algunos gandallas que se las aguantan, pero ya quiero dejarlo, porque algún día uno de estos chavos me va a reconocer en la calle cuando salga o me va a buscar y hasta allí voy a llegar. Me cae que ya tengo miedo, pero no consigo otra chamba y me voy a tener que casar porque ya mi chava está esperando».
A partir de los años ochenta, aparecen rasgos novedosos en la constitución de los grupos de porros al seno de las universidades. Un primer aspecto es el incremento de las actividades delictivas, entre ellas, el narcomenudeo, como se observa actualmente dentro de facultades, prepas y CCHs.
«Se ha documentado históricamente que los movimientos estudiantiles siempre han tratado de ser infiltrados y controlados. En otra época por el Gobierno que era del PRI y en algún momento por el PAN. En la actualidad Morena tiene presencia (la Facultad de Ciencias es la más de izquierda radical), pero no es mayoritaria como antes la tenía el PRD. Pero hay colectivos que son antiMorena, que son muchísimos. A veces el movimiento estudiantil es un espejo de la lucha política que se da fuera de la Universidad. Esta ‘burocracia dorada’ ha contribuido también a que haya un ambiente así de confrontación», dijo Sánchez Gudiño.
Para inicios de milenio, se diversificaron entre los viejos grupos de choque y otros que entraron más al deporte de futbol americano y futbol tanto universitario como profesional para formar las conocidas barras bravas.
«Las barras bravas durante los últimos años han sido protagonistas de hechos violentos, incluyendo el de Querétaro que fue el más violento de todos. En lo que pasó en Querétaro quedó en evidencia que esos grupos de choque ya no son los delincuentes de antes (que robaban autopartes, por ejemplo), sino ahora ya están permeados por el propio narcotráfico y por algún cártel», dijo Sánchez Gaduño.
Imanol Ordorika, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, agrega en su texto «Violencia y ‘porrismo’ en la educación superior en México» (2008) que en respuesta a las movilizaciones contra el aumento de las cuotas en 1992, en apoyo al zapatismo en 1994, por el ingreso de los estudiantes rechazados en 1995, contra la reforma de los CCH en 1996 y en defensa del pase automático en 1997, «las autoridades de la UNAM también reactivaron la presencia y las acciones de grupos de animadores deportivos, de jugadores de futbol americano y de las emergentes ‘barras’ o porras del futbol».
«El porrismo – describe Ordorika en 2008– es un fenómeno distintivo de la educación superior mexicana y consecuencia histórica de los conflictos al interior de las universidades y de las relaciones entre las universidades públicas y el sistema político en nuestro país. El término genérico ‘porrismo’ denota a un conjunto diverso de hechos de violencia que tienen lugar en el espacio educativo y que están conectados, al menos en el origen, a las prácticas políticas de control corporativo que han caracterizado al régimen político en México».
En el 99-2000, el Consejo General de Huelga tomó Rectoría, donde el candidato presidencial de izquierda moderada Cuauhtémoc Cárdenas quiso cerrar campaña, pero el bloque negro del Consejo General de Huelga de izquierda radical les cerró el paso. Es un ejemplo de cuando indirectamente beneficia a la derecha. Finalmente esa toma terminó con el Ejército dentro de la UNAM (algo que este 2025 quisieron revivir en redes sociales con fotos descontextualizadas) y ganó el derechista empresarial Vicente Fox.
Durante los años 2003, 2004 y 2005, los ataques porriles en diferentes escuelas y facultades fueron una constante. Hace 20 años, hubo referencias a problemas de porrismo en al menos ocho universidades públicas del país: la UNAM, el IPN, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), la Universidad Veracruzana (UV), la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
Se volvieron a juntar
En septiembre de 2018, un grupo de estudiantes que protestaba contra la violencia de género en la UNAM fue atacado a golpes en la explanada de la Rectoría por grupos porriles de Azcapotzalco y de Naucalpan, justamente cuando López Obrador ya era Presidente electo. Los porros, con jerseys y rostros cubiertos con pañuelos, atacaron a los manifestantes con palos, piedras, tubos, navajas y petardos. La agresión dejó al menos 14 estudiantes heridos.
En mayo de 2024, en vísperas de la elección presidencial, se registró otro otro pico con el ataque porril afuera de CCH Naucalpan que dejó varios heridos y un estudiante fallecido por paro cardiaco.
«En aquel momento el Jefe de seguridad de 2018 era un señor que le apellidaban ‘el Cobra’ o ‘el Cobrita’, era el enlace de los grupos de choque. Lo hicieron renunciar días después de ese hecho (golpe a estudiantes), pero tiene una red de contactos tanto de subordinados como de gente de estos grupos de choque que han permanecido allí intactos», afirmó el académico Hugo Sánchez Gudiño.
Ya en el Gobierno de Enrique Peña Nieto, después de la violenta toma de protesta el 1 de diciembre de 2012 con balas de goma por parte de la policía federal, los bloques negros –como ocurrió en Atenco y en Oaxaca en 2006– volvieron a juntarse contra la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, pues se unieron tanto encapuchados de universidades como normalistas, al grado de bloquear aeropuertos y carreteras.
«Del 2 de octubre para acá han tenido un protagonismo que ha arrasado con todas las redes sociales y con todos los medios de comunicación, pero ellos ya vienen de muchos años atrás. Sobre todo en las manifestaciones de la izquierda –tanto de la izquierda más moderada como de la izquierda más radical como la CNTE– ellos han estado presentes (para reventar)», comentó Sánchez Gudiño, estudioso de los movimientos porriles.
Después de Ayotzinapa, expone, esos colectivos se fueron reduciendo de tamaño, pero desde 2024 volvieron a agarrar mucha fuerza y el 2 de octubre de 2025 y este fin de semana «no eran unos poquitos, se le sumaban muchísimos jóvenes, gente del (movimiento) del sombrero y activistas de otros colectivos».


