
- Israel deporta a otros 171 de la flotilla, incluida Thunberg, a Grecia y Eslovaquia
- Las horas difíciles de la flotilla en Israel: mexicanos narran su secuestro y tortura
- Una fotoperiodista que participó en la última flotilla que intentó llevar ayuda humanitaria a Gaza dio su testimonio de los brutales abusos que sufrieron ella y sus compañeros, detenidos ilegalmente por Israel en aguas internacionales.
Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).– La fotoperiodista de origen estadounidense Noa Avishag Schnall vivió los días más largos de su vida la última semana, cuando estuvo detenida ilegalmente en manos de Israel luego de participar en la Flotilla de la Libertad, una nueva misión tras la Global Sumud Flotilla que intentaba llevar ayuda humanitaria a Gaza a raíz del genocidio israelí cometido en contra de su población. A lo largo de varios días presa con sus compañeros, ahora comparte su testimonio, uno de violencia sistemática, abusos, brutalidad, tortura y humillaciones contra todos ellos.
Noa Avishag Schnall formó parte de una nueva flotilla, llamada «Thousand Madleens», o «Mil Madleens», en la embarcación bautizada como «Conscience», «conciencia» en español, que llevaba sobre todo a médicos y periodistas. La fotoperiodista cubría este evento para el portal independiente Drop Site News, uno de los pocos medios alternativos que ha reportado con detalle el genocidio israelí en Gaza.
La nacida en Los Ángeles, California, y que vive en París, de ascendencia yemení árabe-judía, fue liberada con sus últimos tres compañeros de la flotilla la mañana del lunes. Su experiencia previa habla por sí sola: ha publicado en diarios como The New York Times. En las últimas horas, envió un primer reporte, publicado por Drope Site News, de lo que vivieron desde su detención, la madrugada del miércoles pasado, y los intensos días que le siguieron en cárceles israelíes.
«Nuestro bote, el ‘Conscience’, fue atacado en aguas internacionales alrededor de las 5:00 horas el miércoles, cuando estaba a 19 millas náuticas de Egipto, no lejos del Canal de Suez. Los israelíes usaron al menos dos buques de guerra, entre cinco y ocho zodiacs [botes inflables] y dos helicópteros para abordar nuestra nave ilegalmente, lleno de en su mayoría médicos y periodistas», explicó en un video.
«No llevábamos armas ni significábamos una amenaza. Cuando nos abordaron las fuerzas de élite navales israelíes, todos los pasajeros del ‘Conscience’ estábamos en la parte posterior del barco, con nuestros salvavidas y nuestras manos colocadas en una posición no amenazante, preparados para su ataque», narró. En su video, se puede apreciar que tiene un ojo morado, y una cara y cuerpo demacrados.
El grupo del «Conscience» secuestrado en aguas internacionales fue llevado por los israelíes al puerto de Ashdod. Otros botes de la flotilla «fueron tomados por un solo buque, donde fueron encerrados con jaulas, que también llegó a Ashdod al atardecer, cuando nosotros habíamos llegado por la mañana», añadió.
Noa Avishag Schnall contó que «la brutalidad comenzó inmediatamente» una vez detenidos en el sistema israelí. «Fuimos llevados por múltiples procesos administrativos, y la primera de muchas revisiones sin ropa. Al menos una mujer ha reportado haber sido penetrada por guardias, que se reían de su dolor», comentó.
«Varios miembros de la flotilla reportaron que sus objetos de valor fueron saqueados por guardias durante las revisiones de sus mochilas. Todos nosotros teníamos las manos forzadas, con nuestros brazos por detrás del cuerpo, en posición de estrés, muchos con correas de plástico, y fuimos divididos entre mujeres y hombres. Luego, nos cubrieron la cara para no ver», detalló la fotoperiodista.
«Muchos de los miembros de la flotilla, incluida yo, fuimos objeto de brutalidad extrema a lo lago de nuestro encarcelamiento. Desde Ashdod fuimos llevados en camiones a Kziot, en la región de Naqab, usualmente una prisión exclusiva de hombres que Israel usa para encarcelar a quienes etiqueta de ‘terroristas’», reveló.
Llegaron de madrugada y fueron separados en celdas de entre dos y seis personas. Ahí, les dieron cobijas sucias, con colchones delgados en el piso. Varios miembros de la flotilla comenzaron una huelga de hambre, e incluso algunos rechazaron tomar agua.
El siguiente día fue un caos administrativo: se suponía que los detenidos de la flotilla serían organizados por nacionalidad. «Algunos pudieron ver a los representantes de sus consulados, pero algunas reuniones nunca ocurrieron. A algunos los llevaron a un cuarto improvisado en un tráiler en Kziot y los sentaron ante un Juez que nos cuestionó si aceptaríamos una deportación voluntaria y si reconoceríamos que cometimos lo que ellos llamaron como una ‘entrada ilegal’ a territorio israelí», denunció Noa Avishag Schnall.
La fotoperiodista fue expulsada de esta corte improvisada cuando fue el turno de los estadounidenses frente al Juez, por traducir lo que estaba pasando al inglés. Además, cualquier miembro de la flotilla que molestara o alterara a los guardias israelíes fue sometido a unas esposas apretadas y enroscadas, y algunos recibieron golpizas.
«Yo fui colgada de unos grilletes de metal de mis tobillos y muñecas, y fui golpeada en el estómago, la espalda, la cara, los oídos y la cabeza por un grupo de guardias mujeres y hombres, uno de los cuales se sentó sobre mi cara, bloqueando mis vías respiratorias», contó.
La reportera evitó dar nombres, ya que muchos de sus compañeros de la flotilla, dijo, «no quieren que su identidad se haga pública con respecto a estos tratos, comprensiblemente».
Pero los detalles son uno más cruento que el otro. «Por la tarde, los hombres eran atormentados por guardias con perros de ataque y armas. Las mujeres eran amenazadas con gas pimienta. Nos despertaban en nuestra celda con amenazas de violación», destacó.
En el patio de Kziot, bajo una gran bandera de Israel, había una pancarta, que mostraba una panorámica de escombros. En árabe, estaba escrito: «La Nueva Gaza». Eran los israelíes burlándose del genocidio en curso ante quienes buscaban romper el cerco para llevar comida y ayuda humanitaria a los palestinos.
Ya el jueves 9 de octubre algunos de los detenidos fueron enviados a casa. «El resto de nosotros fuimos llevados a la prisión de Givon, el mismo centro de detención a donde tuvieron presos de forma ilegal a miembros de la Flotilla Madleen», indicó Noa Avishag Schnall.
Ahí, la brutalidad continuó: «Fui llevada a un confinamiento solitario, igual que otra mujer y algunos hombres. Nadie podía ver a sus abogados desde que llegamos al puerto de Ashdod. Cuando lo exigí, uno de los guardias levantó su radio [walkie-talkie] hacia mi cara, como si fuera a golpearme con él, y se burló en hebreo: ‘Dilo otra vez’».
El ejército de Israel asaltó en aguas internacionales los nueve barcos de la Flotilla de la Libertad, iniciativa que intentó llevar ayuda humanitaria a Gaza.
El barco «Conscience», miembro de una flotilla que navegaba rumbo a Gaza. Foto: Europa Press
Para la mañana del domingo, la mayoría de los detenidos seguían en huelga de hambre. «Entonces nos colocaron grilletes en las muñecas y en los tobillos. Nos llevaron al puente Allenby o también llamado cruce del Rey Hussein», mencionó la fotoperiodista. Se trata de un puente sobre el río Jordán, que conecta Jericó en Cisjordania con Jordania.
«No sabíamos a dónde nos llevaban, pero algunos guardias nos habían hablado de nuestra expulsión inminente. Fuimos llevados por la Cisjordania ocupada y alcanzamos a otear detalles a través de las barras de metal de los camiones de la prisión. Nos encontramos con un equipo de la Coalición de las Flotillas y miles de organizadores, así como una delegación de Jordania». Así como comenzó el calvario, así terminó.
Los últimos cuatro detenidos fueron liberados el lunes por la mañana. Poco tiempo después, se enteraron del alto al fuego que Israel acordó con Estados Unidos (EU) y Hamás.
Ante ello, Noa Avishag Schnall afirmó: «Aunque las flotillas no llegaron a Gaza o a nuestros hermanos palestinos, las motivaciones de la Flotilla son inquebrantables. Por ahora, hay dos conclusiones principales: una, que no nos quebraron; dos, sabemos que este alto al fuego no terminará con la opresión sistemática y ocupación», sostuvo.
Y recordó que prisiones como la de Kziot, designada para torturar a palestinos, siguen existiendo. «Más que nunca tenemos que salir a las calles. El cerco se romperá. Estamos con Palestina. […] Los últimos tres camaradas fueron liberados en las últimas horas, pero mas de 10 mil palestinos que permanecen en prisiones israelíes sin cargos y bajo detención indefinida, no tienen esa suerte», concluyó.
Abusos sistemáticos y tortura: las denuncias coinciden
Los detalles del testimonio de Noa Avishag Schnall coinciden con testimonios de los detenidos ilegalmente en otras misiones de la Flotilla para la Libertad, incluida la Sumud Flotilla, quienes han denunciado cómo el Gobierno de Israel los ha tratado “como insectos” torturándolos como ocurrió con Greta Thunberg, a quien “arrastraron por el suelo” y “la obligaron a besar la bandera israelí”, entre otros abusos más graves.
«Una cosa es el maltrato y otra la tortura. Lo que nosotros sufrimos fue tortura. En algunos casos, incluyéndome, fueron golpes muy fuertes por la espalda, siempre el ataque es por la espalda, es presionarte con una llave que te meten el brazo por atrás, te jalan los hombros de tal manera que casi los oyes tronar, dislocarse. El dolor no es soportable y te tumba, es cuando te caen con las rodillas en la parte baja de la espalda. Son momentos duros como nos avientan al piso», relató Ernesto Ledesma, director de Rompeviento TV, uno de los seis mexicanos que viajaban en la Global Sumud Flotilla, a SinEmbargo Al Aire.
No obstante, los activistas mexicanos, y la misma Greta Thunberg, han sido claros en sus testimonios: lo que hemos vivido, han dicho, no se compara con el sufrimiento diario de los palestinos sometidos al genocidio de Israel y también de aquellos que siguen presos sin sentencias en las prisiones de este país.