
- Policías municipales, bajo el argumento absurdo de “no grabar”, golpean y arrebatan equipo a periodistas durante manifestación; testimonios que revelan represión, abuso de poder e impunidad.
- Berna Jasso, reportero de Milenio Estado de México, fue golpeado mientras transmitía en vivo la detención violenta de un joven manifestante. A pesar de mostrar sus identificaciones oficiales, uno de los elementos le gritó “¡no estés grabando!”, estas incitando, seguido de una patada y un puñetazo al abdomen que lo dejó tirado en el parque Simón Bolívar.
Por Ana Valeria Castro
Toluca, México a 02 de Octubre de 2025.- Lo que debió ser una jornada para conmemorar la matanza estudiantil por los hechos del “2 de Octubre”, terminó convertida en una jornada negra para la libertad de prensa en la capital mexiquense, luego de que policías municipales de Toluca protagonizaron una agresión directa, injustificada y brutal contra periodistas que realizaban su labor informativa, bajo el argumento absurdo de “no grabar” los excesos policiacos cometidos contra manifestantes.
Como escena una patrulla incendiada, calles cercadas, estudiantes corriendo y, entre todo ello, reporteros tirados en el pasto, golpeados, robados y silenciados por quienes deberían protegerlos.
Berna Jasso, reportero de Milenio Estado de México, fue golpeado mientras transmitía en vivo la detención violenta de un joven manifestante. A pesar de mostrar sus identificaciones oficiales, uno de los elementos le gritó “¡no estés grabando!”, estas incitando, seguido de una patada y un puñetazo al abdomen que lo dejó tirado en el parque Simón Bolívar.
Fabián Rodríguez, jefe de información de Milenio Estado de México, narró cómo fue rodeado por al menos cinco policías que le propinaron golpes, lo despojaron de sus pertenencias y amenazaron a su equipo. “Fue una cacería. No hubo protocolos, no hubo contención, hubo violencia pura, y los medios fuimos su objetivo”, denunció.
Ramsés, reportero gráfico, relató cómo los policías, tras perder el control del operativo, se lanzaron “parejo” contra estudiantes, civiles y periodistas. “Nos jalonearon, nos taparon las cámaras, querían eliminar cualquier evidencia”, afirmó.
María Rosa Castillejos, reportera con más de 30 años de trayectoria, fue atacada por policías municipales femeninas, le arrebataron su celular, lo tiraron al piso y le pisotearon la mano cuando intentaba recuperarlo. A pesar de portar su acreditación, las agentes le gritaron insultos y la empujaron. “Nunca había visto algo así, ni siquiera en los peores momentos de represión. Hoy nos agredieron a todos, sin distinción”, lamentó, con la presión arterial elevada y el celular destruido.
Las agresiones ocurrieron durante y después de los disturbios en la marcha conmemorativa de la matanza estudiantil del “2 de octubre”, realizada en la capital mexiquense. Estudiantes lanzaron consignas, algunos prendieron fuego a una patrulla. El descontrol creció. Pero en lugar de contener con profesionalismo, los elementos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal optaron por atacar a quien estuviera cerca, incluidos periodistas en funciones.
Ricardo Moreno Bastida, presidente municipal de Toluca y responsable directo del cuerpo policiaco, mediante un comunicado, pero por los enfrentamientos entre policías locales y manifestantes indicó, “El Gobierno de Toluca reafirmó su compromiso con la paz social y la convivencia democrática, al señalar que no permitirá que provocaciones de pequeños grupos alteren la tranquilidad de la ciudad…la violencia nunca será el camino y dio la instrucción de actuar con apego a la ley, para evitar que estas acciones pongan en riesgo a la población. Estas expresiones, dijo, no representan a las y los toluqueños ni el espíritu de la ciudad, que es de trabajo, paz y respeto”.
Lo cual olvidó que no es lo mismo estar resguardado en palacio municipal, que estar en momentos como estos en territorio, guardado silencio hasta el momento por estos atroces contra el gremio periodístico, lo que sí quedó claro, según testimonios múltiples, es que, “no hubo protocolos, no hubo mando, no hubo criterio, hubo furia, miedo e incompetencia”.
Lo ocurrido no es un incidente aislado, es un síntoma alarmante de una autoridad sin preparación para garantizar derechos básicos, como la libertad de expresión y el ejercicio periodístico. Es también una advertencia de lo que puede pasar cuando el poder público se ejerce sin límites ni rendición de cuentas.
Mientras la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México ya ha comenzado a recibir quejas formales, los periodistas afectados se preparan para levantar denuncias ante la Fiscalía estatal. Pero el daño está hecho, ocho reporteros agredidos, múltiples equipos destruidos y una ciudad convertida en símbolo de la impunidad.
Este no es un pleito entre estudiantes y policías, es un ataque frontal a la prensa, a la democracia y al derecho de saber. Porque si hoy un reportero puede ser pateado en el suelo por grabar un arresto, mañana cualquier ciudadano puede ser silenciado por denunciar una injusticia.
Toluca vivió el “2 de octubre” más oscuro de su historia reciente, no por los manifestantes, sino porque el gobierno municipal mostró su rostro más autoritario, y lo hizo a golpes.
Aunque el gran ausente, es el Mecanismo de Protección para Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, lo que seguramente habrá de utilizar la represión de periodistas y estudiantes en sus estadísticas para justificar un presupuesto millonario de los mexciquenses.




