
Por Joaquín H. Vela González.
Finalmente, Citibanamex cumplió lo anunciado: Abandona sus actividades en México, para concentrarse en operaciones de mayor calado, al lado de Black Rock, la famosa administradora de grandes fondos de inversión.
La noticia de la compra de Citibanamex por parte de un empresario mexicano, desde una visión nacional genera un doble sentimiento, primero de aceptación, pues así la banca es más nacional, y otro, critica, al confirmar que la clase de poder económico mexicana no invierte en actividades productivas que generen valor agregado y empleos en nuestro país.
La compra del 25% de las acciones de Banamex por Fernando Chico Pardo, es una muestra más de cómo la oligarquía mexicana prefiere negocios en los que se enriquezca rápidamente, y de que no se trata de una burguesía que apueste, con una visión de largo plazo, por el desarrollo nacional.
Esos 42 mil millones de pesos (unos 2 mil 300 millones de dólares), hubieran convenido más a nuestro país en inversiones de carácter productivo, en las que se generan empleos calificados, que son los que requieren las y los jóvenes, en lugar de invertir en el ámbito financiero y especulativo, favorito de la alta burguesía.
Analicemos:
La función de la banca es la intermediación financiera. No produce ni transforma algo material. Solo sirve como medio de intercambio entre los agentes económicos. Sin embargo, es de las actividades que más ganancias obtiene y que representa menos riesgos. Es una inversión a modo para los multimillonarios de México, quienes han obtenido sus grandes riquezas de esta sociedad mexicana, sin jamás pensar con una óptica elemental de tipo social, en las necesidades de esta sociedad precarizada y violentada, que alimenta sus fortunas. Ellos sólo piensan en ellos y en sus propios intereses.
Pero bajo cierta óptica del interés nacional, el recuperar de manos extranjeras a una de las principales bancas (4o lugar) es, como sea, un avance, aunque insuficiente, por aquello de que el capital no tiene nacionalidad, sólo intereses.
El desenlace más favorable al interés nacional hubiera sido que este banco fuera adquirido por el Estado mexicano. Fue una oportunidad que se desperdició. Considerando a las enormes ganancias que ha obtenido la banca privada durante los últimos años, la inversión del gobierno para adquirirla hubiera sido segura y muy redituable.
En la administración de AMLO sí se evaluó la posibilidad de que este banco comercial pasara a ser un activo gubernamental, pero por razones que falta aclarar, la compra de este banco comercial no se concretó por parte del gobierno anterior.
Actualmente, a pesar del creciente endeudamiento que estamos sufriendo, no se consideró esa posibilidad, que hubiera compensado a las perdidas nacionales por el pago de intereses de la deuda pública, con las ganancias para el gobierno por el cobro de unos jugosos intereses bancarios.
Muchas de las políticas públicas esbozadas en las 100 metas que propuso Claudia Sheinbaum en su campaña, se podrían apalancar con un intermediario bancario en manos del Estado. Un ejemplo: Las tasas de interés preferenciales para las Pequeñas y medianas empresas tendrían un instrumento para ponerse en práctica, y serían un acicate para el resto de la banca comercial.
A pesar de que el Estado Mexicano cuenta con instrumentos como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, para regular a la banca comercial, no ha querido hacer uso de estos, y los banqueros ganan lo que quieren, incluso con trampas, mañas, discretos abusos y simulaciones.
En realidad se deberían presentar iniciativas para regular los manejos que está banca realiza en el país. Muchas de las crecientes ganancias que obtienen y expatrían del país, caerían muy bien en los momentos actuales de contracción presupuestal y preocupación por el crecimiento desmesurado de la deuda pública.
Por el bien del desarrollo racional y de las y los productores nacionales, es urgente empezar a aplicar tales instrumentos de control.
Ante la falta de una banca de desarrollo verdadera y efectiva, es urgente la regulación, hasta donde se pueda, a la banca comercial inútil y parasitaría, que no ofrece ninguna oportunidad de financiamiento para solucionar las necesidades de las y los productores nacionales, quienes representan la gran opción de empujar a nuestra economía hacia el crecimiento y el desarrollo económico y social, del que carecemos en México desde hace muchos años.
velagj@economia.unam.mx