Alexander McQueen: el hombre que transformó la moda en arte y la pasarela en un performance emocional - Lacallelibre

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  • Un recorrido por la obra, estética e impacto del enfant terrible británico

Por Hugo Ceballos

3 de Septiembre 2025. En la historia de la moda contemporánea, pocos nombres generan tanta admiración, debate e inspiración como el de Alexander McQueen. Su legado no se reduce a simples prendas ni a colecciones provocadoras: McQueen cambió para siempre la manera en que entendemos el poder y mundo de la moda, llevándola más allá de las telas para convertir la pasarela en un espectáculo, un discurso social y una obra de arte.

Una formación clásica para romper las reglas

Lee Alexander McQueen nació en Londres en 1969 y a los 16 años ya trabajaba en Savile Row, calle conocida por ser el epicentro y referente de la sastrería británica. Ahí perfeccionó cortes impecables y ganó un respeto absoluto por la técnica. Esa base clásica sería su herramienta más poderosa: conocer las reglas para romperlas.

Tras una breve etapa trabajando para Anderson & Sheppard, decide irse a Milán para listarse a las filas del diseñador Romeo Gigli, tiempo que el mismo McQueen describió como brillante. En su regreso a Londres tomaría un posgrado en moda en el Central Saint Martins, del cual se graduó en 1992, presentando su colección de graduación titulada Jack the Ripper Stalks His Victims. Esa tarde, la periodista y editora de Vogue UK Isabella Blow, compró la colección completa y se convirtió en su principal impulsora, además de una de sus amigas más cercanas. A partir de aquí, la historia del “enfant terrible” británico comenzó, así como la revolución de la moda que llegaría a las pasarelas de los 90.

La pasarela como manifiesto

Desde sus primeras colecciones, McQueen entendió la pasarela como un escenario para narrar todas esas ideas que vivían en su mente: ancestros, historia, política, violencia, belleza, muerte y la idea del ser. Su intención nunca fue solo mostrar ropa, sino generar emociones a través de cada prenda, del movimiento, de los colores, patrones y cortes.

Fue en su colección Highland Rape de 1995 que conoció el poder de su arte, pues utilizó vestidos rasgados para hablar de las expulsiones y violaciones de Escocia por parte de Inglaterra, provocando controversia y acusaciones graves desencadenada por los medios, tanto que Mcqueen tuvo que salir a dar explicaciones de sus intenciones, como la de usar tartán (patrón tradicional de Escocia) desgastado y roto como símbolo de protesta.

En Voss, su colección de 2001, decidió cambiar los roles de quienes normalmente observan y critican el show, pues pidió a los asistentes sentarse de una manera en la que durante casi 2 horas, antes de que empezara la pasarela, les fuera imposible no mirarse mutuamente y analizarse con esas miradas feroces que intimidan a las modelos. Descrita por muchos como una experiencia muy incomoda pero que logró su objetivo, el cual posteriormente se reforzó con la pasarela principal, en la cual encerró a las modelos en un cubo de espejos y paredes acolchonadas que simulaban las de un manicomio.

Otra pasarela que podría describirse como el cierre perfecto del milenio, fue la No.13 de 1999 en la que convirtió dos brazos robóticos (alquilados de una planta de automóviles) en artistas que pintaban en vivo el vestido de la modelo Shalom Harlow. De nuevo hubo varias interpretaciones sobre su significado, pero sin duda este performance dentro de la pasarela es uno de los más recordados del diseñador británico y de la historia de la moda en general.

En The Widows of Culloden del 2006 retoma la idea de sus ancestros, tomando como punto focal a las viudas de la batalla de Culloden, pero que también es recordada por el holograma de Kate Moss suspendida en el aire. De nuevo McQueen recordándonos que era de los primeros en integrar la tecnología a su moda.

En 2010, lanza Plato’s Atlantis, en la cual presentó los icónicos zapatos Armadillo y transmitió el show en directo por Internet, fue pionero en hacerlo y anticipó la era digital de la moda, volviendo más accesible este tipo de eventos al público general. Cada desfile era un manifiesto: la moda como narrativa, como experiencia inmersiva y como catarsis.

Estética y códigos inconfundibles

McQueen combinó sastrería de alto nivel con un imaginario oscuro y romántico, como su propia mente. Sus prendas podían ser corsés que funcionaban como armaduras, vestidos que parecían esculturas o piezas que fluían entre lo bello y lo perturbador.

Trajo de vuelta los bumsters o pantalones de tiro bajo, que alteraban la proporción del cuerpo, de aquí parte el regreso de la estética low-rise de los años 2000. Esta prenda dejaba el nacimiento de la nalga al descubierto, pues el diseñador consideraba esta parte la más erótica de un cuerpo, ya sea de hombres o mujeres.

Colaboró con artistas como Philip Treacy(Sombrerero Irlandes) y Shaun Leane(Diseñador de Joyas), ampliando el mundo de moda hacia el territorio de la instalación y la escultura. En McQueen, el cuerpo no era un simple lienzo: era un campo de batalla emocional donde la fuerza y vulnerabilidad conversaban hasta fusionarse.

Impacto e influencia

La importancia de McQueen en la industria se mide tanto en su innovación estética como en su legado cultural:

  • Redefinió el desfile: de pasarela clásica a espectáculo artístico. Casas como Dior, Balenciaga o Coperni han retomado esta visión.
  • Pionero en lo digital: su transmisión en vivo de Plato’s Atlantis cambió la relación entre moda y audiencia global.
  • Museificación de la moda: La exposición Savage Beauty en el Met del 2001 y el V&A; del 2015 rompieron récords de asistencia, confirmando que la moda y los propios diseñadores pueden ser tan impactantes y trascendentes como la pintura, la escultura y otras artes y artistas.

Influencia en la cultura pop: Sus musas van desde Björk a Lady Gaga, las piezas se convirtieron en íconos visuales de la cultura popular, fusionando moda, música y performance, como en el video Bad Romance de Gaga en 2009, donde usa prendas de su colección Plato’s Atlantis popularizando los zapatos Armadillo.

Conclusión: un creador que entendió las reglas y expandió los límites.

Alexander McQueen no fue solo un diseñador, fue un constructor de ideas. Transformó el acto simple de vestir en un discurso emocional y político; convirtió la pasarela en un espacio de arte vivo y hasta cierta parte, accesible. Demostró que la moda podía ser profundamente intelectual y sentimental sin perder impacto visual.

Su muerte en 2010 dejó un vacío en la industria, pero también una lección trascendental: la moda no solo sirve para vestir, sino para confrontar las emociones y pensamientos, dejando al descubierto el alma de cada uno.

Fuentes consultadas:

Vogue España · El Generacional · Gata Magazine · Grazia México

@w_hollyweird en Instagram · @hugocballos en TikTok

Carlos H.