
Por Joaquín H. Vela González
Es un hecho que, cuando los empleos no calificados en Estados Unidos de América (EUA) son cubiertos por migrantes, hay muchísima más productividad. Y es necesario entender que la crisis de desempleo en ese país se deriva de que China le ha ganado la batalla productiva, tecnológica y la comercial, y no por la presencia de mano de obra migrante.
Existe una contradicción en el razonamiento de Trump que es insostenible: Su supremacismo blanco, y su rechazo racista a los migrantes que no son blancos y ricos, por una parte, y la necesidad que tiene de ellos para conservar una mínima productividad en su economía.
Sin migrantes, la economía estadounidense será un desastre mayor.
Muchos analistas señalan que los precios de los productos agrícolas se siguen elevando, pero también en los servicios y en la industria de transformación, en la medida en que avanza la guerra contra ellos y sus deportaciones.
Los responsables directos de la producción en las fábricas y en las cadenas de distribución están demandando cese a esas acciones y proponen una salida negociada.
Sin embargo, la irracionalidad de Trump no para. A raíz de la reciente aprobación de su “gran y hermoso proyecto de ley fiscal”, siguen creciendo los recortes presupuestales de gasto social, va a aumentar los presupuestos para construir cárceles, para aumentar los guardias fronterizos, y hasta para concluir su enfermisa obsesión: El muro fronterizo.
La destrucción de las familias, y su sufrimiento, son un tónico que alimenta su desquiciado proceder, pero también está conduciendo a su economía al precipicio. Su locuaz proyecto para sacar adelante a la economía yanqui, no tiene pies ni cabeza. Cualquier jefe de gobierno, tal vez nunca hayan tomado un curso básico de economía, pero deben tener intuición y sentido común, pero este, carece de ambos.
La otra contradicción de Trump es, que sostiene un discurso de odio en contra de los migrantes, a pesar de que su madre y su esposa fueron migrantes. Periodistas han revelado que la madre de Donald Trump, la señora Mary Anne MacLeod de Trump, era escocesa, mientras que su esposa Melania es de Eslovenia, de lo que antes era Yugoslavia, lo cual hace más inconsistente su discurso, que en realidad es burdo y grotesco por insistir en imponer sú visión racista y fascista, lo que lo conduce a una tercera contradicción:
El admitir como refugiados a ricos terratenientes sudafricanos “blancos”, y recientemente, a los familiares del Chapo Guzmán, a los que sus millones les quita lo prieto.
El “sueño americano” está llegando a su fin, los glamorosos años felices del boom de la segunda posguerra han quedado muy lejos, y se ha iniciado el declive real de la hegemonía económica de EUA, mientras que su “Ángel salvador” tiene muchas contradicciones, fobias, prejuicios y limitaciones.
Como obviamente Trump nunca tuvo en sus manos un texto del gran teórico Antonio Gramsci, no sabe cómo se conforma y se sostiene a un bloque hegemónico. De manera grotesca pretende lograrlo con chantajes, con ocurrencias, con terror y con amenazas, que están dando nulos resultados, aunque dejando una secuela de destrucción, de dolor, y pobreza en su país y en el mundo.
No necesitamos de ciencias geopolíticas o económicas, ni de la sabiduría de Gramsci, para entender los métodos y los objetivos de Trump. Se necesita de un profundo análisis psicológico a su yo interior para comprender el origen de sus fobias y filias. Pero hasta allá no llegamos…
velagj@economia.unam.mx