«Ficción no tan Ficción… » «El Día que Cayó el Cielo» - Lacallelibre

FICCION 2

Por: M.M o sea: Mayté Mena

Las 3:46 de la madrugada, hora en la que los relojes dejan de ser testigos y se convierten en cómplices, y para variar los fantasmas me encontraron, los dejé encerrados en casa, no me explico como escaparon.

Yo, insomne perpetua, escuchaba gotear el tiempo en las tuberías del edificio, sin quitar la vista de los fantasmas.

Lance una bocanada de alivio pues mi insomnio y yo éramos viejos conocidos,  pero esa noche traía algo distinto: el aire olía a estática, a metal caliente.

Él, el fantasma, esa sombra, el peor de todos, ese compañero silencioso que se arrastra entre mis costillas, soltó de pronto una risa cortante, sentí sus dedos de hielo pasar por mi nuca:

-Mira, mi querida alma perdida… al fin algo interesante. ¿Crees que venga por nosotros?

Sentí vibrar el piso, me levanté del futón no tan mullido, con paso lento y con mano temerosa abrí la cortina del ventanal.

Y entonces lo vi…

Un relámpago violáceo abrió el vientre de la noche. El sonido de los estruendos vino después, haciendo temblar los huesos de la ciudad. Vidrios tronando, coches alarmados, alerta sísmica sonando, y más allá, en la oscuridad del cielo poniente, una línea de luz desvaneciéndose como un dedo acusador.

 

La CDMX dejó de respirar… Yo también.

El meteorito —pedazo de universo cansado— había elegido mi madrugada para estrellarse contra la tierra.

Él susurró en un idioma que hacía sangrar mis oídos, mientras danzaba en los resplandores púrpuras:

-Esto no estaba en tus pronósticos, ¿verdad? No, esto no es el fin… Solo es el eco de otro fin anterior.- me mostró todos sus dientes blancos con su sonrisa retorcida y predeciblemente terrorífica.

Y supe, con esa certeza que sólo llega cuando el mundo se rompe, el último suspiro de un Dios olvidado.

El gran espejo a mi izquierda, estalló en carcajadas y entonces entendí la broma: el universo no muere con estruendo…

Muere en el preciso instante en el que dejas de creer en él.

Dime lector, ¿Desde cuándo el fin del mundo huele a azufre y a insomnio?

En fin, la noticia que debería estar en primeras planas es que mil almas despertaron hoy con el sabor a pólvora en la lengua, gracias a ese colmillo arrancado de las fauces del cosmos.

 

Carlos H.


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