Cuentas y Cuentos… Salarios y Prestaciones Sociales en México. Una Deuda Histórica

VELA 3

Por Joaquín H. Vela González

México continúa siendo el país con más bajos salarios de los 38 que conforman la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). De igual manera, los mexicanos encabezan la lista de los países que más días trabajan al año*.

Las y los trabajadores de México estamos formados históricamente en la desafortunada subcultura de que, los aumentos salariales tienen que venir del gobierno, que es el que va a lograr los beneficios salariales y sociales, cuya promoción debería ser responsabilidad de los propios trabajadores. Es más cómodo que el gobierno nos haga la chamba, “al fin y al cabo, por eso votamos por ellos”. Eso explica que durante los últimos 36 años de gobiernos neoliberales, los salarios estuvieron estancados y a la baja, y las luchas obreras prácticamente estuvieron ausentes. Ahora, con López Obrador y con Claudia Sheinbaum, los aumentos al salario mínimo han sido logrados sin existir un movimiento vivo de trabajadores organizados desde abajo.

Sin organización y sin lucha de las y los trabajadores por la conquista de sus demandas históricas, las condiciones de vida en México van a seguir entre las más bajas del mundo. Se debe crear conciencia de que, al organizarnos y al luchar por mejores niveles salariales, los mexicanos podremos acceder a una mejor calidad de vida y en perspectiva, a mejores condiciones generales de existencia de manera progresiva.

Nos ha hecho falta grabarnos en la mente, pero más en el corazón, la frase histórica de que “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos”, debemos tenerla siempre presente, porque en la actualidad parece que se nos olvidó. Ésta es una faltante histórica fundamental, sin la cual nuestro marco de referencia está incompleto. El papel del Estado en toda la historia siempre ha sido al lado del poder y de los poderosos. Y aunque Nicos Poulantzas habla de ciertos aspectos de “autonomía relativa”, el aparato estatal en el capitalismo es el responsable de garantizar y fortalecer la reproducción del sistema. En consecuencia, los trabajadores no pueden hipotecar totalmente su futuro a un Estado que tiene muchos compromisos ajenos a la defensa de las y los trabajadores. Como acaba recientemente de pasar en las movilizaciones de los maestros de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación. El Estado nacional mexicano se declara sin capacidad de darle solución a las demandas.

Son muchos los temas que siguen pendientes. Es urgente retomar al estudio de nuestras raíces históricas y nuestras fuentes originales.

Los rezagos laborales y la derrota de la clase trabajadora persisten, a pesar de que la historia y la teoría revolucionaria, y de que las enseñanzas laboristas persisten y están claras desde octubre de 1864, cuando se redactaron los estatutos de la Organización Internacional de los Trabajadores, donde quedo establecido en sus Considerandos:

Que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo privilegio de clase…

Los mexicanos debemos retomar la necesidad de las premisas esenciales para un cambio a fondo y de largo plazo, pues en México no existe un sindicalismo que sea combativo permanente y sólido. Durante el neoliberalismo, una de tareas más importantes de esos gobiernos fue el golpeteo a la organización de los trabajadores y a la existencia de contratos colectivos de trabajo.

De igual manera, la reducción de las prestaciones contenidas que de haber llegado a sumar 52, (despensa, comedores, transporte, ayuda de renta y 48 más), en muchos casos hoy son inexistentes en la gran mayoría de los centros de trabajo.

Las luchas y las huelgas por aumentos del salario, también han ido a la baja ya son lejanos recuerdos. Por el contrario, se establecieron en el país formas de contratación como el outsourcing, que negaba derechos y prestaciones históricas ya existentes en el país, como los servicios médicos y las pensiones.

Las contrataciones individuales es lo que hoy priva en el mercado laboral mexicano. Son escasos los empleos con alta calificación en la industria nacional y los salarios promedio también tienden a la baja. Y es que los grandes empresarios mexicanos (más bien el pequeño grupo de selectos supermillonarios con grandes privilegios), no invierten en industrias mexicanas productivas.

Esa actividad se le ha dejado a las maquiladoras de capital extranjero, que en México paga salarios muy por abajo de la media mundial. Las y los jóvenes son los principales afectados por esta realidad.

De igual manera, la necesidad de ganar la jornada de trabajo de 40 horas requiere de la presencia de un movimiento organizado de los trabajadores. No pueden,de manera pasiva, estar en espera de su solución.

También es urgente retomar activamente a la demanda del pago de las pensiones en Salarios Mínimos, que tramposamente Peña Nieto, con apoyo de la Suprema Corte, aprobó que se pagaran en Unidades de Medida (UMAS), y ya no en Salario Mínimo como está establecido históricamente en la Ley, y porque además, las aportaciones se hicieron siempre en Salarios Mínimos. Esta injusticia que afecta a todos los pensionados mexicanos, sigue vigente hasta hoy. Y no se alcanza a compensar con la pensión del bienestar de 65 y más.

En fin, se han ido acumulando muchas demandas ante elmuy precarizado panorama presente y futuro de los asalariados mexicanos. La llamada “clase media”, formada por asalariados altos y propietarios de pequeños negocios industriales y comerciales, se está extinguiendo, y se sigue proletarizando a pasos acelerados.

Es urgente y necesario que todos tomemos conciencia de las nuevas condiciones, que no son las que todos quisiéramos. Lo que si esta nítidamente claro es que, la realidad futura es de organización, lucha y movilización.

Así que, a leer, a adquirir conciencia y a asumir que nada nos va a llegar sin pelear, y solo estirando la mano.

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** Entre los países de la OCDE que tienen jornadas laborales más extensas, México y Colombia se posicionan en primer lugar, ambos con un promedio de 48 horas trabajadas por semana.

velagj@economia.unam.mx

Carlos H.


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