Opinion
Por Alejandro Páez Varela
La Presidenta debe medir sus batallas y no todas las batallas de un Presidente/Presidenta las libra él/ella en persona. Puedo poner varios ejemplos con López Obrador. Mejor pongo uno de ahora mismo: su declaración tibia sobre Lavalle y después, su foto con Layda, fue la señal para que Luisa María Alcalde saliera en defensa de Lavalle. Me parece triste. Qué tiene que hacer esa joven defendiendo corruptos. Lo que Luisa debió hacer es al menos pedir una explicación a la Gobernadora. Pero las señales que recibió fueron esas.
Primera nota para abrir: Estos textos no son para “atacar al movimiento”, o porque soy un “chayotero”, o porque quiero “dividir”. Un amigo me dice que esos argumentos se volvieron una herramienta muy útil dentro de la izquierda institucional (Morena más lopezobradorismos más Cuatroté) para descalificar la crítica, sea o no bien intencionada. Me lo contó como una observación sana. Personajes públicos, dijo, que ayudaron a construir el movimiento, han optado por guardarse cualquier observación sobre la descomposición interna para no padecer la descalificación. “Quiere dividir”, les dicen. Y con eso garantizan su silencio.
Segunda nota para abrir: no soy miembro del movimiento, ni chayotero, ni quiero dividir a nadie ni nada. Lo digo porque creo en la libertad de expresión y porque lo que veo no me gusta y porque normalmente digo y escribo lo que se me pega la gana.
Y sí, lo digo: me sorprendió muchísimo la respuesta tibia de Claudia Sheinbaum sobre Layda Sansores. No me hace feliz. Y me sorprendió todavía más que no había acabado el día cuando ya se había tomado la foto con la Gobernadora, abrazadas y sonrientes. Como si no hubiera pasado nada; como si no pasara nada. Que Layda incorpore a la 4T a Jorge Luis Lavalle Maury es de plano una bofetada a los votantes de buena fe. Lavalle hace grupo con otros calderonistas como Francisco García Cabeza de Vaca, Roberto Gil Zuarth y Javier Lozano. Hace grupo y hace millones de pesos con ellos. El tipo trae un brazalete electrónico que le impuso un Juez. Es el único mexicano preso por la trama de corrupción internacional de Odebrecht.
Es más: Lavalle le sirvió de ejemplo al expresidente Andrés Manuel López Obrador para hablar de la podredumbre, la hipocresía y la impunidad “del PRIAN”. Ahora esa podredumbre, hipocresía e impunidad ha sido sumada a la 4T. Pues vaya 4T.
He repetido innumerables veces lo que decía López Obrador, eso de que la nueva Presidenta tiene la mano pesada. Lo he usado para responder a los constantes ataques de misoginia de los que ella, siendo la mujer en el puesto más alto de la República, es víctima. Y yo mismo podría decir que sí, que tiene mano pesada y que lo sé porque esa mano pesada la conoce bien su primer y segundo círculos.
Pero su laxitud con el caso Lavalle obliga a preguntarse si su determinación para alcanzar objetivos no debería pasar por la aduana de la mínima ética; si la lección es que, en el afán de cumplir metas, queda autorizado atropellar al perro, a una madre y a su hijo. Cualquiera tiene derecho a preguntarse cuál es el fin, entonces: ¿incorporar a lo más podrido de la política para conservar el poder? Si es así, entonces que alguien explique qué diferencia hay entre esto y lo que hacían PRI o PAN.
Luego vinieron, en la misma semana, las acusaciones de corrupción contra Ricardo Monreal, un político a quien este Gobierno ha dado un inusitado peso. Claudia Sheinbaum ha dado un peso inusitado a alguien que es como la gangrena. Al menos López Obrador lo contenía. Ahora ya no hay contención. El Diputado y su familia son, oficialmente, el Quasimodo de la torre que constituye la 4T.
Adán Augusto López Hernández abrió una caja con gusanos el viernes, cuando aún estaba abierta la de Campeche. La primera declaración de Claudia Sheinbaum fue, otra vez, tibia. Apenas se le entendió cuando dijo que hay que “investigar”.
Pues qué sigue, ¿la foto con Monreal? Claro que eso sigue. Sin investigación ni nada. Y saben que no miento si digo que viene la foto con Lavalle, porque antes vino la de Yunes.
Está empezando el sexenio, y Layda y ella aparecieron en una foto llena de filtros. ¿Cuántos filtros necesitarán las fotos de Claudia en un par de años?
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El Presidente López Obrador se refirió a Monreal como “traidor” después del desastre de la elección de 2021, donde el entonces Senador provocó un descalabro en la izquierda de la Ciudad de México para descarrilar a Claudia Sheinbaum. Siempre lo recordaré.
Y lo voy a recordar, entre otras cosas, porque vivo en donde operó Sandra Cuevas, su protegida. Todavía están abiertas las calles de la Cuauhtémoc, llenas de baches. Todavía está la Alcaldía en manos de la oposición, consecuencia del paso de Monreal.
¿Y quién le ayudó a descalabrar a Claudia Sheinbaum en 2021? Ni más ni menos que Pedro Haces y Adrián Rubalcava. No creo que sorprenda a nadie: es sabido que eso es Monreal. No creo que alguien se asuste: Gibrán Ramírez, Alejandro Rojas, la misma Sandra Cuevas y muchos otros que han traicionado (esos sí) el movimiento lopezobradorista son parte del equipo del zacatecano, como es público y conocido.
Adán Augusto López acusa a Monreal de malversación de fondos en el Senado pero lamento decir que, aunque tenga la razón, hasta allí va a quedar: en una simple acusación. Lo de que “nada ha hecho más daño a México como la corrupción”, grito de López Obrador, quedó en slogan de campaña, material para un discurso, frase para arengar a las masas. Y ya.
El Senador López Hernández presentó una denuncia en la Auditoría Superior de la Federación, que dirige uno de los pupilos de Monreal: David Colmenares.
Y todo lo que he dicho hasta aquí es verdad y estos textos no son para “atacar al movimiento”, o porque soy un “chayotero”, o porque quiero “dividir”, argumentos se volvieron una herramienta muy útil para descalificar la crítica, sea o no bien intencionada.