Cuentas y Cuentos… El Nuevo Modelo Económico Mexicano

OPINION vela 1

Por Joaquín H. Vela González

Muchas veces en este espacio que se me ha concedido para escribir, alguna vez lo uso para diseñar o tal vez “soñar” con lo que quisiera que fuera la economía política de mi país. Contrastándolo con la realidad actual y con las acciones de políticas públicas que deberían ponerse en práctica y que más beneficiarían a los mexicanos.

En la historia económica del país lo más cercano al modelo propuesto  fue la etapa del desarrollo estabilizador, denominado también como “milagro mexicano”. En esa fase del capitalismo mexicano, el Producto Interno creció en promedio 7%, la inflación se mantuvo a niveles cercanos a los de Estados Unidos, lo cual permitió que durante 22 años no tuviéramos devaluaciones (1954-1976) y lo más importante es que avanzamos superando etapas de desarrollo económico: pasamos de ser agro exportadores a producir bienes de consumo e iniciábamos la producción de bienes de producción cuando nos alcanzó la crisis y el cambio de modelo hacia adentro de nuestro mercado interno, por el modelo neoliberal de desarrollo hacia afuera y de apertura comercial con el mercado mundial. Durante esta fase de crecimiento del mercado interno, existió un gran crecimiento de la  planta industrial , que se observa en las estadísticas de la inversión bruta fija, lo que permitió un crecimiento significativo de la productividad y también de los salarios, lo que permitió una gran estabilidad social.

Ahora que estamos viviendo esta etapa de transformación, muchas de las metas quisiéramos resultados de ese nivel. Evidentemente esos fueron otros tiempos y objetivamente la historia no se repite. Pensando en lógica dialéctica lo que sí es nuestro trabajo y compromiso es pensar en construir una nueva fase de lo que debería ser un Nuevo Modelo Económico Mexicano.

Existen muchos jóvenes economistas mexicanos, y otros ya no tan jóvenes como yo,  que se han formado con los maestros más avanzados de la interpretación marxista en nuestro país como: Alejandro Dabat Lateubese; José Valuenzuela Feijoó; Miguel Ángel Rivera Ríos; Alejandro Nadal Egea; Enrique de la Garza Toledo; Héctor Guillén Romo, Blanca Rubio Vega y otros que han contribuido en sembrar en varias generaciones de economistas un nivel de formación bastante sólida en el análisis económico, entre ellos un número muy grande de compañeros cercanos o no tan cercanos, que bien podrían a estas alturas proponerse construir un Modelo Económico Mexicano que concentrará muchas de las propuestas que se tienen sobre diversos temas para tener un importante referente  para el desarrollo futuro de nuestro país.

Hacer lo posible por consolidar una escuela de pensamiento que estudie la economía mexicana en su comportamiento estructural, de sus etapas y fases del capitalismo por el que atraviesan, de las caracterizaciones correctas  de sus crisis, el comportamiento de su productividad, además elaborar una propuesta de política industrial “activa”, que sería el eje sobre el que caminaría para el desarrollo proyectos de desarrollo que fortalezcan el futuro tanto de la agricultura como la industria nacional, con visión de largo plazo y no sólo limitarse a describir los resultados de las políticas económicas aplicadas por los gobiernos en turno, como educaban muchas de las viejas  escuelas tradicionales del oficialísimo pasado.

Es necesario hacer un esfuerzo por articular a muchos de estos estudios y estudiosos  que se desarrollan a lo largo y ancho del país, para que se organicen para presentar propuestas más consistentes y sólidas para el proyecto del  “segundo piso” de la transformación. Hacen falta proyectos específicos para el desarrollo de muchas regiones en el país susceptibles de convertirse en parques industriales de tecnología de frontera, con apego a las normas ecológicas, que permitan crear empleos especializados y con salarios remuneradores y dignos.

Lo mismo para el desarrollo de complejos agro ecológicos de alta tecnología para resolver la autosuficiencia alimentaria. La aplicación de la ciencia para elevar los niveles de producción y productividad del campo mexicano. Necesitamos retomar y desarrollar muchas ideas nuevas desde la perspectiva de la izquierda para resistir la ofensiva de la derecha conservadora. Necesitamos muchas ideas creadoras para cambiar el mundo, como señala el Subcomandante Insurgente Marcos. Aprovechemos al máximo la presente coyuntura.

Tenemos que volver a nuestros orígenes pero no para repetir experiencias pasadas, sino para superarlas cuantitativa y cualitativamente. Pero no sólo requerimos economistas que diseñen y planeen las acciones, necesitamos ingenieros, químicos,  agrónomos, físicos, biólogos arquitectos administradores y contadores y todo tipo de científicos y técnicos que pongan sus experiencias y conocimientos al servicio de nuestro país y que ya no se fuguen al exterior por falta de ocupaciones adecuadas

La coyuntura que existe por el inicio de la transformación no debe concluir. Debemos aprovechar los cambios para profundizarlos y proyectar el país que queremos. La próxima administración federal debe ser la instancia que fomente con toda fuerza el desarrollo nacional, fortaleciendo y apoyando a todos los productores nacionales, tanto agrícolas como ganaderos e industriales con lo que más demandan estos que es capacitación, asesorías productivas y créditos de la banca de desarrollo. La cual debe ser ampliada cualitativa como cuantitativamente.

En el ámbito de la circulación y distribución de las mercancías, es necesario fortalecer un gran “Sector Social de la Economía”, con todo lo que equivocadamente llamamos: informales; no asalariados; trabajadores por cuenta propia; Centrales de Abasto; Sistema Público de Mercados y todos su periferia. Para incorporarlos a los Sistemas Públicos de Seguridad Social.

Nuestros jóvenes esperan este nueva faceta de la transformación que genere empleos con salarios bien remunerados y mejores condiciones de vida para todos los mexicanos, principalmente la población joven que le ha tocado sufrir lo peor etapa  de nuestro país: con crisis recurrentes; saqueos de las arcas públicas; descomposición social; desempleo y salarios precarios y como colofón la inseguridad y el crimen organizado.

La inseguridad se va a superar cuando estabilices este nuevo ciclo productivo. Cuando la gente se ponga a producir sus propios productos que deben ser en cooperativas o colectivos y superemos el individualismo neoliberal.

Cuando dejemos de dedicarnos a vender sólo productos extranjeros importados y dejemos de ser sólo un país maquilador.

Son muchas metas ambiciosas, pero en algún momento debemos empezar a hacerlo. Eso quisiéramos millones de mexicanos que queremos a nuestro país.

Cabe señalar que todos los cambios propuestos deben ser con la participación activa de la población que los demanda. No se vale permanecer inactivos y esperar que todo lo hagan otros. El pueblo debe ser el artífice de sus propios cambios

velagj@economia.unam.mx

Carlos H.


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