Chile y el Optimismo por las Revoluciones del Siglo XXI (XLVII) - Lacallelibre

ALFARO

Secreto a Voces

 

 “Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

Salvador Allende

Por Rafael Alfaro Izarraraz

Salvador Allende fue un hombre absolutamente convencido de crear en Chile una sociedad de carácter socialista, tal y como lo plantea la filosofía marxista que creó esa alternativa social. Cuando inicia su carrera hacia la conquista del poder, a través del Partido Socialista (PS) y luego por medio de la Unidad Popular que agrupó a la mayoría de las organizaciones de izquierda en Chile, gana las elecciones en 1970, y, tres años después, los esfuerzos son obstaculizados por el ejército y EU.

En los años sesenta y setenta, la idea de construir una sociedad socialista no era una idea excéntrica. En el continente estaba fresca la revolución cubana, la misma revolución china a nivel internacional, el descrédito de Estados Unidos por la invasión de Vietnam y, antes, a Corea. El punto es que las revoluciones china y cubana no conquistaron el poder por la vía electoral sino a través de las armas, siguiendo las creencias marxistas.

Allende, sin embargo, no pensaba ni por asomo en la vía armada para crear el socialismo en Chile (ver Ralph Miliband: “El golpe de Estado en Chile”, uno de los mejores textos sobre Allende y que en estos días ha sido publicado por el portal de SinPermiso). Era, como diría Obrador, un demócrata radical, aunque, de acuerdo al texto de Miliband, le trajo desavenencias con las organizaciones que formaron parte de la UP pero que creían o valoraban en otras estrategias.

Después del resultado de la experiencia chilena de la vía al socialismo a través de la democracia electoral, pareció haberle dado la razón a quienes planteaban como un suicidio el querer crear una sociedad socialista sin recurrir a las armas. Lo que vino a desvanecer esta aparente inclinación por la vía armada, aunque se tuvo como antecedente el triunfo de la revolución nicaragüense, fue el peso significativo que tuvo el derrumbe del bloque soviético.

Sin duda que eso fue un fuerte mazazo para millones de personas que creímos en el socialismo como el mejor modelo de vida para la humanidad, aunque como es de sobra conocido había desde la misma revolución bolchevique voces que alertaban acerca de la burocratización de la dirigencia encabezada por Stalin, por cierto, atacada por occidente con una fiereza inusitada. De pronto, las fuerzas revolucionarias pro socialistas se vieron en la orfandad.

Uno de los aspectos más lamentables para la causa revolucionaria fue el aislamiento de la heroica revolución cubana. El extravío de la URSS implicó el fin del apoyo que le brindaba ese país a la revolución socialista que se gestó frente a las costas de Estados Unidos. Y, sin embargo, a pesar de que hasta de los supuestos pensadores izquierdistas se ha aprovechado para atacarla, hoy podemos decir con gusto que ha sabido sobrevivir a esa larga noche que parece viene con un amanecer distinto.

Un sinfín de fuerzas que no necesitaban del fracaso del llamado “socialismo real” encontraron un ambiente propicio para seguir el camino de integrarse a las estructuras de poder de la sociedad industrial. Otros, prepararon estrategias de participación en lo que también se conoce como la democracia burguesa, mientras pasaba el trago amargo del declive de la fuerza de la revolución rusa. Las experiencias han sido de lo más variado, pero lo más relevante es que tanto la idea del socialismo como la de la revolución con otros adjetivos no ha sido derrotada ni se ha ausentado.

Cuando las élites le cantaban loas al capitalismo como la única alternativa para la humanidad, subrayando el fin de la historia, surgen movimientos, en el contexto del surgimiento del Foro de Sao Paulo, como el zapatismo, el Socialismo del Siglo XXI, en Venezuela; la revolución indigenista, en Bolivia; la ciudadana, en Ecuador; la de las Conciencias, en México. Lo anterior, en el contexto del surgimiento de gobiernos progresistas en toda Latinoamérica y el Caribe: Lula, Petro, Castillo, entre otros.

Paralelamente, empieza a emerger un pensamiento orientado a recrear el pensamiento revolucionario en todos los rincones del mundo. El más radical que se ha creado, en mi opinión, es el que ha llevado a cabo la corriente académica de la modernidad/colonialidad/decolonialidad. Lo que ha planteado esta corriente, de manera sintética, es que la idea del socialismo se incrusta en la idea de progreso, en contexto que hoy es diferente al de Marx del siglo XIX.

El ideal de progreso, es decir, el que una sociedad igualitaria, industrializada, en donde, de acuerdo al programa de Gotha: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada uno según sus necesidades! El punto es que esta corriente a incorporado el tema del pensamiento comunitario indígena latinoamericano y caribeño. Este pensamiento ha recueperado el concepto de las comunidades antiguas que plantean un modo de vida que respete al medio ambiente y viva en armonía con él.

Lo que se empata por cierto con las corrientes de la ecología política, o el ecologismo radical en general, que plantean ponerle fin a la explotación inmisericorde que el capitalismo lleva a cabo con respecto a la naturaleza, a la que ha convertido en un recurso natural y ha puesto en riesgo la vida en el planeta incluida la humana. Las élites de la sociedad actual, la corriente posthumanista, plantean que el fracaso del capitalismo en materia de igualdad social podrá resolverse por medio de la tecnología en la ven una salvación.

El contexto mundial actual ha ocasionado que las posibilidades de las revoluciones, por razones históricas antiestadounidenses,no sean aplastadas como en el pasado por EU. China, Rusia, Brasil, India y Sudáfrica han creado un polo que le ha disputado a EU la hegemonía. Lo anterior, después de haber vivido la experiencia de un mundo unipolar gobernado por EU y que todo su poder lo utiliza para bonificarse a sí mismo tomando toda clase de ventajas en las relaciones internacionales, incluida la violencia.

Si esto hubiera existido en 1970 la idea de un golpe de Estado tan cruento no hubiese tenido cabida. Venezuela, ha logrado sobrevivir a intentos golpista de la oposición derechista al gobierno de Chávez y luego de Maduro. Una gran movilización evitó el golpe contra el gobierno de Evo Morales, en Bolivia. Muy pronto tendremos de regreso a la corriente correísta, en Ecuador. En México, la revolución de las conciencias tendrá continuidad con Claudia Sheinbaum.

Brasil, la potencia latinoamericana, se ha integrado al bloque de los BRICS y es un socio fundamental de estas corrientes mundiales que han retado al poder estadounidense. En Latinoamérica y el Caribe, ha sido China la principal nación que invierte tanto en infraestructura como en recursos financieros. Rusia, en menor proporción. Por supuesto que tienen intereses, pero actúan sin que por el momento vinculen economía con política, en el sentido que lo hace EU.

En este contexto, la revolución de las conciencias tiene mejores condiciones de ser respetada por los gobiernos con quien ha decidido promover su futuro inmediato, los EU y Canadá. Las experiencias de Venezuela, Bolivia, Ecuador, México y del resto de gobiernos, es inédita, pero lo importantes es que el escenario global cambió y los pueblos cuentan con mejores condiciones para llevar a cabo sus sueños de vivir en paz y libertad.

Existen razones para ser optimistas con las revoluciones y las experiencias que los pueblos viven actualmente, honrado la memoria de Salvador Allende.

 

Carlos H.


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