
Por Joaquín Vela González
Es cierto que la economía mexicana está mostrando y dando señales de una ligera recuperación, sin embargo, esta recuperación está sostenida en una estructura global que aún se mantiene en el marco de una profunda crisis mundial que aún no logra superarse. La verdad es que en el complejo contexto en el que se da, esta recuperación económica resulta gratificante pero debemos ser prudentes al hacer proyecciones de la misma.
Por eso no debemos echar las campanas al vuelo. La economía, como el agua tiene que estar fluyendo. Si se estanca se descompone. Carlos Marx, el importante teórico de la Economía Política, decía que la función del capitalismo es producir, producir y producir. El comportamiento normal del ciclo económico se conforma de cuatro fases: recuperación; auge; recesión y crisis. En consecuencia es difícil entender cómo el capitalismo, desde el inicio de la crisis de 2008-2009, no ha tenido un comportamiento normal. Desde esos años no ha tenido una fase de recuperación sostenida que nos permita alcanzar una nueva fase plena de auge.
El capitalismo no ha logrado crecer a plenitud, como debería ser. En conclusión, estamos ante una etapa de estancamiento global del sistema capitalista en su conjunto. Del 2008-2009, a la fecha el crecimiento promedio ha sido del 2%. El propio Fondo Monetario Internacional (FMI), califica esta etapa como el “maldito dos por ciento.”
El impacto de crisis que se inició en los Estados Unidos, que se denominó como inmobiliaria, debido a que estalló con la quiebra de bancos que eran poseedores de un gran número de deudas de sus ciudadanos que se declararon insolventes para pagar su vivienda. En esencia, esta era sólo el detonante de problemas más complejos, como veremos más adelante. El efecto de esta crisis, se transmitió al conjunto de la economía mundial: Europa, Latinoamérica, Sudáfrica y bastas regiones de Asia. Incluso China, que no es propiamente capitalista, resintió la crisis y bajo su crecimiento del 10 al 7.5% al contraerse el tamaño del comercio mundial.
Es evidente que vivimos ante una etapa de agotamiento del sistema del capitalismo mundial. Estamos ante una crisis de sobreacumulación, de plétora o exceso de capitales, desde el análisis marxista o de sobreproducción o de contracción de la demanda según la óptica Keynesiana.
En realidad es la incapacidad del sistema capitalista para garantizar a todos los capitales acumulados una ganancia segura. No puede ofrecer de manera certera la valorización de todos esos capitales, precisamente por la caída tendencial de la tasa de ganancia; como señaló Carlos Marx a lo largo de los 3 tomos de su obra. No es una crisis de carácter financiero como acostumbran definir los economistas que siguen creyendo en los postulados de la escuela matemático austriaca y/o tecnocráticos, que se resuelve con ajustes maquillados, o con movimientos a algún mecanismo de la política monetaria.
Estamos ante una crisis que exige ajuste de mayor calado, que requiere una nueva estructura en el ámbito de la producción, cambios en la relación capital-trabajo, en temas de productividad e intensidad del trabajo, en los métodos de producción y distribución del excedente económico. Es un asunto de lograr un nuevo equilibrio entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Estos son los asuntos qué hay que arreglar para que el capitalismo retome su crecimiento, la inversión vuelva a aumentar y los capitales que ahorita están depositados en diversos paraísos fiscales, (más de 21 billones de dólares) dejen de estar inactivos y vuelvan a su función sustantiva de producción y acumulación.
Esto se dice fácil, pero es un complejo entramado que significa renovar y aceitar la vieja estructura de producción capitalista, cambiar piezas desgastadas e incluso iniciar procedimientos novedosos en un contexto de renovación también de los equilibrios entre el capital y el trabajo, entre ganancias y salarios, pues.
Hay analistas económicos que consideran que estamos entrando a la finalización del predominio histórico del sistema capitalista, pero el capitalismo ha superado otras etapas en las que también se le daba por muerto, este sistema de producción, que ha durado ya más de 4 siglos, es cómo los gatos, que de las diversas formas en la que lo tires, siempre cae parado. De cualquier manera es importante ir pensando en proyectos de economía alternativa y transformadora al capital, con un fuerte contenido de Economía Social, como son las cooperativas, los negocios propiedad de los trabajadores, los macroproyectos en los que participen los ejidatarios y los comuneros, asociados con el estado, para explotar los recursos nacionales como las minas y los energéticos, entre otros. Lo que si es seguro es que cualesquiera de las formas que adquiera la próxima recuperación, la economía social y solidaria, estará presente, cada vez con mayor relevancia.
velagj@economia.unam.mx