Calderón Lleva Años Atacando a Creel, Jefe del PAN. Lo ve Menor, y Hasta Corrupto

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  • Felipe Calderón y Santiago Creel contendieron en 2005 por la candidatura presidencial del PAN. El entonces Secretario de Gobernación era visto como el favorito del entonces Presidente Vicente Fox, pero aún así no pudo imponerse sobre Calderón, quien acusó cómo se movilizó todo el aparato de Gobierno a favor de su contendiente.

Ciudad de México.– Felipe Calderón Hinojosa ha vuelto a arremeter contra la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN), la fuerza política que lo llevó a la Presidencia y con la cual rompió cuando no hubo un respaldo a las aspiraciones presidenciales de Margarita Zavala, su esposa. En un mensaje en Twitter llamó “avaros”, “estúpidos” y “pequeños” a los dirigentes del panismo, Marko Cortés y Santiago Creel. Con este último, de hecho tiene un historial de reclamos como el propio expresidente lo ha dado a conocer.

En su libro, Decisiones difíciles (Debate), Calderón señala, por ejemplo, que Santiago Creel, en su rol de Secretario de Gobernación de Vicente Fox, le hizo “un enorme daño al primer Gobierno panista y a México”. En el mismo texto, recuerda que desde esa misma dependencia se otorgaron permisos de casinos “por cientos” en 2005, “todavía bajo el mandato de Santiago Creel; en mi gobierno no otorgamos uno solo, salvo los requeridos por orden de algún juez, ya que tuvimos que batallar judicialmente con los reclamos de los permisionarios”.

Calderón y Creel contendieron en 2005 por la candidatura presidencial del PAN. El entonces Secretario de Gobernación era visto como el favorito del entonces Presidente Vicente Fox, pero aún así no pudo imponerse sobre Calderón, quien acusó cómo se movilizó todo el aparato de Gobierno a favor de su contendiente. “Era evidente el esfuerzo de Vicente Fox por promover a su favorito, el Secretario de Gobernación Santiago Creel Miranda. Todo el aparato estatal funcionaba a su favor”, escribe.

Pese a ser impulsado por el Presidente Vicente Fox y encontrarse en su mejor momento político, Creel Miranda perdió en las tres rondas frente a Calderón Hinojosa que llegaría a la Presidencia de México a través de una elección que a la fecha carga con los señalamiento de fraude, sobre todo por la campaña negra que emprendió el sector empresarial contra López Obrador. En ese proceso interno del PAN, Calderón consiguió 58.3 por ciento de los votos; Santiago Creel, 24.07, y Alberto Cárdenas, 17.9.

El propio Calderón expresa en sus memorias la imagen que tiene de Creel. Al recordar precisamente ese proceso interno en el que lo venció, narra cómo se preparaba para un debate que tendría el PAN ensayando con su cuñado Juan Ignacio Zavala quien actuaba como Alberto Cárdenas y Javier Lozano, quien sería su Secretario del Trabajo, como Santiago Creel.

“Entrenamos tres o cuatro días, durante los cuales analizamos detalladamente las características de los discursos y las entrevistas de mis contrincantes. Santiago Creel, por ejemplo, utilizaba una expresión con cierto desdén, refiriéndose a mi renuncia como Secretario (de Energía): ‘Yo no soy de los que abandonan el barco a la primera tempestad’. Cuando Javier Lozano me dijo esa frase durante uno de los ensayos, respondí solemnemente: ‘No, Santiago, tú no eres de los que abandonan el barco, tú eres de los que lo hunden’. El ensayo terminó a carcajadas, pero en definitiva la frase fue descartada”.

Más adelante, al analizar la descomposición del PAN, Felipe Calderón relata la manipulación y el control que ejerció un grupo de gobernadores, operadores políticos y dirigentes panistas sobre el padrón del partido. A este grupo lo llamó “los cadeneros” y describe cómo Creel dependía de ellos. De hecho, parte de quienes nombra ahora tienen el control de la dirigencia nacional de Acción Nacional a la que Calderón ha criticado.

En su libro puntualiza que estos “cadeneros” eran los gobernadores Francisco Vega, de Baja California; el fallecido Rafael Moreno Valle, de Puebla, y Guillermo Padrés, de Sonora. Además habla de Miguel Ángel Yunes; del excandidato presidencial Ricardo Anaya a quien ha acusado de corrupto, de Larrazábal, de Marko Cortés, de Luis Alberto Villarreal, de Ulises Ramírez, de Jorge Romero de quien dice es “famoso por los casos de corrupción que constantemente empresas extorsionadas revelaban”; y de Santiago Creel, de quien dice: “sin influencia en padrones, pero contento en su papel de carátula política del resto”.

“Estos conspicuos liderazgos se llamaban a sí mismos ‘el Consorcio’ y se reunían periódicamente en el Club de industriales de la Ciudad de México”, describe Calderón en sus memorias. De hecho, cuando en noviembre de 2018 Felipe Calderón renunció al PAN lo hizo a causa de “la camarilla que controla al partido ha abandonado por completo los principios fundamentales, las ideas básicas y las propuestas del PAN, y no le interesa sostenerlos, actualizarlos o fortalecerlos”.

No es el único cuestionamiento que hace en ese sentido.

Al narrar el proceso interno del PAN en el cual venció a Creel, Calderón escribe que en un principio era una “tarea titánica” porque “los militantes dentro del PAN se alineaban unos más fácilmente que otros al aparato de Santiago Creel, quien iba adelante en las encuestas”. En ese sentido, aprovecha para hacer otra crítica hacia el partido: “Aunque avanzábamos, íbamos a un paso muy lento, parecía que no llegaríamos. Comenzamos a percibir un problema en el PAN que con el tiempo se convertiría en debilidad y en nuestros días es un cáncer al parecer incurable: el apoderamiento de las decisiones internas por pequeños grupos. La estructura de militancia que tiene hace que grupos de poder controlen las decisiones de militancias que han reclutado”.

En otro episodio que hace sobre el proceso interno del PAN de 2005, Calderón acusa que en “Oaxaca hubo un acuerdo entre los operadores de Creel y el gobernador Ulises Ruiz para que Santiago ganara en las casillas por medio del reparto de despensas y de urnas rellenas en algunas zonas del estado. Se trataba de movimientos muy despreciables que mancharon el proceso electoral. En Tenosique, Tabasco, en la frontera con Guatemala, ocurrió lo mismo. En Chiapas sorprendimos a personal de Conasupo repartiendo despensas con propaganda de Santiago. Las evidencias de alteraciones eran burdas. Aun así, la ventaja que logramos en esa región fue significativa, mucho más amplia que en la primera elección regional”.

Y puntualiza de inmediato: “la acusación de fraude y el despliegue mediático y político del gobierno para desacreditar la elección se dio en sentido contrario. En Yucatán, donde había yo ganado por amplísimo margen, incluso armaron un verdadero casus belli, argumentando que yo había participado de manera desleal. Humberto Aguilar, coordinador de la campaña de Creel, se refería a mí y a mi equipo como “mapaches”. Querían anular las votaciones de Yucatán e incluso llegaron a hablar de la anulación de la elección entera: un delirio absoluto”.

Párrafos más adelante, Felipe Calderón comparte “una anécdota singular” sobre cómo un día que los padres de Santiago Creel pasaron por la sala de prensa de su cuartel de campaña “Su señora madre, en todo su derecho, expresó algún comentario crítico hacia mí. En cambio don René Creel, formado en ese panismo heroico de los años sesenta y setenta — Santiago siempre había rechazado afiliarse al PAN, hasta poco antes de ser precandidato—, dijo que ‘también hay que tener en cuenta lo que hizo el equipo de Felipe: ahí sí había mística, entrega, espíritu de lucha…’ Don René fue fulminado por la mirada de su esposa y otros asistentes”.

También da cuenta de cómo “años después, cuando yo era precandidato del PAN a la Presidencia de la República, descubrimos un operativo que era más que evidente de maestros del SNTE en apoyo a la precandidatura de Santiago Creel, el precandidato de Fox, apoyado con toda la mano por el gobierno federal y sus aliados, en este caso el SNTE. Le reclamé airadamente en una conversación telefónica (espionaje) que después sería transcrita y publicada por el periódico Reforma”.

 

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Además de los malos manejos de Creel que acusa Calderón, en sus memorias también cuestiona en dos episodios la operación política de Santiago al interior del Congreso.

Al inicio del Gobierno de Vicente Fox, cuando Calderón era Diputado federal, recuerda que el Presidente había presentado una Reforma Fiscal muy agresiva y él advirtió que no pasaría contradiciendo la opinión de Creel, entonces Secretario de Gobernación, quien daba garantías de que la propuesta fuera avalada:

“Le dije al Presidente que no habría reforma; mientras tanto Santiago Creel y Francisco Gil insistían en que no veían ningún problema. ‘No va a salir —les dije—; no vengo siquiera a discutir eso. Sólo quiero saber qué ocurrirá cuando la reforma se fruste al haber aprobado ya un presupuesto con un gasto tan elevado, basado en expectativas de gasto que no se van a cumplir.’ No me hicieron caso. Mientras nosotros seguíamos al pie del cañón en la Cámara —y ahí nos quedaríamos hasta Año Nuevo—, se anunciaba casi una semana antes de Navidad que el Presidente y su familia se iban de vacaciones al “rancho”, una versión a la mexicana de los episodios de Trump y Mar-a-Lago. Por supuesto la reforma no salió y, en su lugar, en la madrugada, Hacienda propuso, para compensar, los impuestos más disparatados. Un desastre”.

Ya en su periodo como Presidente y al hablar sobre su Reforma Energética, expone que se reunió varias veces con Santiago Creel, “quien decía que primero se debía construir un consenso en la Cámara de Senadores, lo cual implicaba un trabajo político de largo aliento”. Ante ello, Calderón confiesa: “Francamente me parecía una ingenuidad y una terrible pérdida de tiempo. En efecto, necesitábamos estar abocados a dialogar con todos los partidos, con todos los actores, escuchar sus inquietudes, pero el tiempo pasaba inmisericordemente. Después, ya con Gustavo Madero en la coordinación de los senadores, se fueron concretando algunos de esos acuerdos, pero a la vez perdiendo la profundidad de los mismos. La idea de buscar una reforma por consenso prevaleció… y eso deslavó por completo la reforma. Salió un tirititito”.

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