Irene Montiel González
Para la mujer, la solución del problema familiar no es menos importante que la conquista de la igualdad política y el establecimiento de su plena independencia económica
Aleksandra Kollontái
Como bien lo decía Alejandra del Moral Vela hace unos días, no basta con que lleguen mujeres a las candidaturas, tienen que ser ellas mismas las que lleven a cabo el liderazgo y voz de los proyectos políticos. Una práctica conocida como toquenismo en el mundo anglosajón, con su variante mexicana, las mal llamadas “juanitas” ha impedido que las mujeres ejerzan el poder más allá de detentar los cargos. Hijas, hermanas o parejas son mangoneadas por los varones del patriarcado para llevar a cabo sus designios y actuar como simples peones en el ajedrez del poder. La triple carga de la que hablaba Kollontai, Trabajo, Hogar, Crianza no se ha agotado en el s. XXI con los mandatos añadidos de entrar en los moldes de belleza hegemónica y otros mandatos invisibles del patriarcado.
Para ello, es vital tener en primera instancia la independencia económica que nos permita tomar decisiones autónomas ya sea en solteria o como madres de familia. El actual gobierno eliminó los albergues para mujeres víctimas de violencia, evitando de esta manera que una mujer pueda emanciparse de manera segura de sus violentadores. Es por ello que la visión del Salario Familiar propugnado por Alejandra del Moral se vuelve básico como herramienta para poder acceder a una vivienda, a un emprendimiento que permita a las mujeres desprenderse de la dependencia económica y psicológica de quienes hoy las violentan.
Asimismo, el anuncio de que la próxima administración será la primera paritaria bajo el gobierno de coalición de Va por el Estado de México garantiza que en los espacios públicos se va a acabar con el techo de cristal que había impedido a mujeres acceder en igualdad de condiciones a los espacios de toma de decisión en contraparte de los varones. En consecuencia, el Estado de México se convertirá en un oasis seguro para las mujeres en medio de la crisis de violencia feminicida que se está viviendo en nuestro país.
Las mujeres mexiquenses entonces estamos en las puertas de elegir el modelo que aspiramos a vivir en la vida pública, como serviles y complacientes al patriarcado, funcionales a sus designios; o el modelo representado por el liderazgo de Alejandra del Moral, una mujer producto de su propia carrera, independiente y capaz de tomar las decisiones para acabar con las condiciones que socaban a la mujer mexiquense. Una mujer que entiende que la familia y el hogar son retos tan importantes como la igualdad política y que hoy es más urgente resolverlos que nunca antes.