
Por Rafael Alfaro Izarraraz
- El “Caracazo” fue en realidad una rebelión de la población empobrecida de las urbes venezolanas en contra el neoliberalismo y de la presunción de que Venezuela era una isla con respecto al mundo y en particular con relación al subcontinente Latinoamericano que experimentó los regímenes militares. En términos históricos, se trata de la primer rebelión en contra del “decreto” del fin de la historia a la que quisieron condenar a la humanidad las élites norteamericanas, en la voz de Francis Fukuyama y su El Fin de la Historia, una vez que el experimento de modelo de socialismo se vino abajo y que simbólicamente lo conocemos como la “caída del Muro de Berlín”, en 1989 (Miguel Ángel Contreras, sociólogo, y Earle Herrera).
Inició cuando el 16 de febrero de 1989 el presidente Carlos Andrés Pérez (CAP, en adelante), quien hizo una campaña electoral presumiendo su antiguo rostro de progresista, cuando ya sabía que se aplicaría en su país el modelo de empobrecimiento de la población, debido a que se habían firmado acuerdos con la banca mundial. A su gobierno se sumó la tecnocracia formada en las escuelas de EU y lo que siguió fue el anunció del plan de reducción del débil bienestar de la población, particularmente la más desvalida. Todo lo anterior, como se sabía, con el fin de pagar la deuda externa venezolana (Earle Herrera).
Para el pueblo que vivía con una inflación del cien por ciento, los bajos salarios, el desempleo, el fin de las prestaciones sociales, el aumento de los precios de los alimentos, el desabasto, pero que por otro lado le habían dicho que vivía en la Gran Venezuela, la “Arabia de América” y que, asimismo, el candidato presidencial CAP les había prometido el mismo progreso que unos años atrás, durante su primer mandato, el anuncio del plan de austeridad cayó como una auténtica bomba en su estado de ánimo. Las élites sabían a lo que se arriesgaban y comprendían que el pueblo no se creía el embuste del fin de la historia, ya el pueblo dominicano había dado muestras de ello (Miguel Ángel Contreras, sociólogo).
Por la forma en que se aplicó el plan de austeridad impuesto por EU en el continente americano, y Venezuela, nos recuerda a la visión de modernidad norteamericana de la que habla Bolívar Echeverría: “a rajatabla”, lo que también ocasionó una reacción espontánea, desde el punto de vista de los pobladores, debido a la exclusión, marginación, humillación cotidiana a través de los medios de información y, sobre todo, hambre y múltiples necesidades insatisfechas. La respuesta no empezó en Caracas sino en Guarenas, en donde la población se organizaba para atender el desabasto y se cruzó el aumento de la gasolina y del transporte como parte del paquete de CAP (Eleazar Juárez).
En Guarenas, y esto es algo que llama la atención porque pareciera que la misma Guardia Nacional de manera intencional incitó a la población a realizar actos luego llamados de “saqueo”, como si eso estuviera previamente calculado de antemano. Luego de llegar a un “matadero” la Guardia dio la instrucción a pobladores del lugar para que llenaran unas camionetas de la Guardia y luego les dijo: “Si quieren ahora, lleven para sus casas”. Y empezó el saqueo que se extendió a otros negocios. En la Plaza Bolivar (conocida como< la “Plaza de los flojos”) llegó una patrulla de la Policía Metropolitana (PM). Ahí, un joven en estado de ebriedad, llamó al saqueo justificándolo por el hambre que padecía el pueblo.
La literatura que hemos consultado para este trabajo de investigación sobre las revoluciones pacíficas latinoamericanas, en todos prevalece la idea de que el falsamente llamado “caracazo” fue un movimiento espontáneo. En un inicio parece que fue inducido de alguna manera. De acuerdo a la anterior información la PM siempre estuvo observando, sin intervenir ni hacer nada, aunque en este caso “no hacer nada y solamente observar” es en sí misma una acción. Las acciones estuvieron precedidas del hambre en los últimos meses de1988 y alcanzaron al fatídico 27 de febrero, dice el padre Bruno Renaud.
Luego, llama la atención lo siguiente, uno de los propietarios de un negocio quiso adelantarse y cerrar, pero integrantes de la Policía Metropolitana levantaron la protección mal cerrada por el dueño y empezó el saqueo. Esto que reproduzco aquí está en las entrevistas que los periodistas Alexander Escorche Caña y Héctor Lozano, uno reportero y el otro fotógrafo, publicaron en El Correo-Orinoco, el 24 de febrero de 2013. Claramente, y de manera extraña, borrachines, la Guardia Nacional y la Policía Metropolitana, venezolanos, actuaron, además del mismo gobierno con sus políticas, como agentes que promovían que las acciones de saqueo.
En los barrios de Caracas, El Petare, El Valle, Nuevo Circo, los negocios fueron saqueados: se llevaron alimentos, aparatos electrodomésticos, camas, carne, botellas de vino, cocinas, escaparates, todo lo que encontraron en los comercios, cuando llega el ejército el 28 se impone el “toque de queda” del que nadie sabía que era. Se impuso el terror mediante el uso de las armas contra los descamisados, como despectivamente les llamaron a los que participaron de los saqueos inducidos y que un sector de estos últimos, estudiantes, consideraron que se trataba de un tipo de acciones con el fin de “recuperar lo que nunca les habían dado”.
En Caracas, la calle Lecuna fue testigo mudo de los saqueos de negocios, después los edificios donde hipotéticamente vivían los que participaron en los saqueos fueron rafagueados, el ejército penetró a las casas para recuperar las mercancías, las familias lanzaban por las ventanas los objetos tomados previamente con el fin de evitar que se encontraran evidencias que los inculpara. Después de pasados 20 años de aquel suceso muchos de los propietarios de negocios no se recuperaban de los efectos de ese acontecimiento. La población tardó años en retomar la confianza de salir a la calle.
Muchas de las víctimas fueron gente inocente que estando en los edificios que eran rafagueados recibieron los impactos de bala que terminaron con sus vidas. Algunos detenidos eran asesinados por el ejército, sin más dato que la sospecha. En la morgue de Bello Monte había más muertos que espacio, cuenta el entonces diputados socialista (2013) Fredy Bernal. Los muertos en las calles de Caracas fueron recogidos por medio de camiones de basura y llevados a lugares comunes en el cementerio. Dos asesinados de acuerdo organizaciones que se conformaron después para recuperar la verdad de lo que había ocurrido en aquel 27 y 28 de febrero.
Dice Fredy Bernal, entonces perteneciente a la Policía Metropolitana, dirigida por la Guardia Nacional, que la policía estaba integrada por un tipo de personal mal pagada, corrupción de los funcionarios. Al interior de los grupos de inteligencia del gobierno había participación de la Central de Inteligencia Americana (CIA) y el Mossad, israelí. Estos operaban en Venezuela y dieron muerte a militantes del movimiento chavista, como el comandante Acosta Carles, integrante del Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200), formado a iniciativa de Chávez y militares afines a su corriente.
El “Caracazo” fue un parteaguas de la historia venezolana y mundial. Lo que ahí ocurrió sacudió hasta sus entrañas a uno de los elementos de estabilidad de las naciones: el ejército. (Continuará)
Bibliografía consultada: El Correo del Orinoco, Edición especial del 24 de febrero de 2013. Earle Herrera. (2022). Ficción y realidad en el caracazo. Periodismo, literatura y violencia. Fundación Editorial El Perro y La Rana/Earle Herrera; Díaz de la Serna, Ignacio, Valdés Ugalde, José Luis, & Sigüenza Reyes, Javier. (2009). Una mirada crítica sobre la Modernidad. Entrevista con Bolívar Echeverría. Norteamérica, 4(1), 207-222.
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