Sombras del Pasado

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Opinión

Por Jorge Meléndez Preciado

Los fraudes en México, en diversos aspectos y formas, continúan estando presentes en la actualidad, ya que han incidido claramente sobre los procesos actuales.

    El que se llevó a cabo en 1988, en contra de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, revive frecuentemente, ya que de haberle reconocido el triunfo al Ingeniero Cárdenas, otro hubiera sido el rumbo del país y seguramente el PRI hubiera eclipsado, y el PAN ni siquiera tendría la cantidad de gubernaturas que hoy ostenta.

    Incluso en la UNAM  hubieran diferentes  circunstancias, ya que debemos recordar que uno de los actos más importantes que ha tenido un candidato a la Presidencia de la República- junto con el recibimiento al entonces subcomandante Marcos (hoy Galeano) y al EZLN- ha sido el de ese mencionado año en los terrenos de Ciudad Universitaria.

    Pero la maquinación electoral cambió el perfil de nuestro país, llevando a que un mandatario débil y necesitado de apoyo (Carlos Salinas de Gortari) a conseguir  auxilio  desesperado  de los empresarios, la iglesia, los Estados Unidos y tener que realizar alianzas con los opositores, en especial con el PAN que coincidía en su proyecto de debilitar totalmente al estado y darle preeminencia a los empresarios.

   Es de todos aquellos que estuvimos en aquel 1988 sabido, que en la secretaría de Gobernación, a cargo de Manuel Bartlett, donde se operaban los cómputos electorales, los resultados eran de una votación muy amplia a favor de Cuauhtémoc Cárdenas y una muy baja de Carlos Salinas, no obstante que este contó con más del 95 por ciento de tiempo en televisión para su campaña.

   En aquel entonces, el muy acertado y puntual, Luis Sánchez Aguilar, incluso difundió unos videos donde Bartlett ordenaba a sus empleados no dar cifras para evitar que se supiera cómo iba el conteo. Y de repente, se dijo que se había caído el sistema electrónico.

   Manuel le informó a Miguel de la Madrid y  éste, El Hombre Gris, como lo bautizó la periodista,  Manu Dornbierer, aceptó que se hiciera la trampa.

   Hubo un mitin en Gobernación con los tres principales contendientes de la oposición: Cárdenas, Rosario Ibarra (PRT) y Manuel de Jesús Clouthier (PAN) con el fin de rechazar esas maniobras. Y el trío acordó en el Palacio de Covián ir adelante en la impugnación.

  Mucho de ello lo relata,   acertadamente,  Martha Anaya en su libro: 1988, el año en que calló el sistema.

   Todo esto viene a cuento porque nuevamente se abre este debate por la comparecencia de Bartlett en la Cámara de Diputados, ya que para el actual director de la CFE,  el fraude tan citado es una maquinación del PAN con Salinas. Lo cual es  parcialmente cierto.

    Tanto que Jesús González Schmall, dice que hubo componendas de Luis H. Álvarez y Carlos Castillo Peraza, sin consultar al PAN, para acuerdos  en lo oscurito con Carlos Salinas. Aunque también señala Jesús que la caída del sistema es culpa de Bartlett.

    Y Ernesto Ruffo, el primer gobernador panista, apunta que en Ensenada y en toda Baja California, iba ganando Cuauhtémoc, incluso por arriba de Maquío- Clouthier-. Y que Diego llevaba a Luis H.  a Los Pinos. Por eso desde entonces se le quedó el mote a Diego de La Ardilla, ya que no salía de la residencia presidencial.

   Incluso un dirigente fundamental del PAN escribió en un periódico capitalino, entonces, la presidencia de Carlos Salinas se legitimará en “los hechos”, si cumple sus promesas. Lo que en buen romance quiere decir que no ganó en buena lid.

   Que aquello fue un cochinero, me consta, ya que un importante militante del PRI me pidió una reunión con el ingeniero Cárdenas para negociar. Accedí. Pero el que acudió, no entiendo porque, en lugar de Cuauhtémoc, fue Rafael Aguilar Talamantes, entonces parte del Frente Democrático Nacional.

   El enviado de Salinas ofreció no sólo reconocer triunfos en diputaciones y senadurías que habían sido robadas a la oposición, sino incluso dos puestos importantes en el gabinete: secretaría del Trabajo y Educación.

   Llamó por teléfono Rafael a quien lo envió desde la cocina de mi departamento- en aquellos años todavía no tenía uso común el celular- y Cárdenas no aceptó la propuesta.

   El priista terminó la charla diciendo: lo siento, pero la “victoria” de Carlos Salinas ya la aceptaron la Embajada de los Estados Unidos- llegaría el TLCAN-, la Iglesia- después veríamos los cambios al artículo 130- y el empresariado-vendrían las privatizaciones que conocemos.

  Es cierto, componendas del PRI y el PAN, al cual apodaría Sánchez Aguilar como el PRIAN, aunque también un robo orquestado por De la Madrid, Bartlett y demás personajes del poder entonces en la todavía discutida elección de 1988.

jamelendez44@gmail.com

@jamelendez44

Frida C.


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