Por Jorge Meléndez Preciado
Al cumplirse dos mil 555 días de que 43 normalistas de Ayotzinapa fueron secuestrados, y paradójicamente un día antes de los festejos de la Independencia mexicana, donde Andrés Manuel López Obrador dijo que es tiempo de “perdón y respeto”, la situación de impunidad en el país es grave.
Ello porque según el abogado de los padres de los estudiantes, Vidulfo Rosales, el ejército desobedece aclarar la participación de algunos elementos que estuvieron en aquellos acontecimientos y cuatro mandos que trabajan con el Fiscal General de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero, obstaculizan la verdad (entrevista de Álvaro Delgado con Rosales, en SinEmbargo,24 de septiembre).
El próximo viernes 1 de octubre, habrá un nuevo encuentro de Andrés Manuel con los padres de los muchachos, en la que estarán Alejandro Gertz, de la FGR; Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la SG; y el presidente de la SCJN, Arturo Zaldívar. Esperemos que se destraben todas las cuestiones que han impedido saber qué realmente ocurrió en 2014, donde posiblemente se dio un crimen de Estado.
Para algunos, no hay una conclusión clara del papel jugado por el capitán, José Martínez Crespo, en el hospital Cristina, al que acudió. Asimismo, falta saber hasta dónde el 27 batallón del ejército estuvo involucrado en este acto deleznable.
Incluso sólo han dado testimonio de los ocurrido entonces 30 de los 44 elementos del ejército (El Universal, 28 de septiembre), algo inconcebible.
Por otro lado, según el compañero citado, Álvaro Delgado, en la FGR trabajan cuatro elementos que estaban en la época turbia de Enrique Peña Nieto. Ellos son Sara Irene Herrerías, encargada de Derechos Humanos (sic); Óscar Langlet González, coordinador de asesores; Alfredo Higuera Bernal, responsable de la SEIDO, y uno más no identificado.
Seguramente este grupo posibilitó que huyera, desde hace dos años, Tomás Zerón de Lucio, jefe de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), quien se encuentra en Israel y no se le ha podido extraditar. País que ha tenido un rechazo a toda petición al respecto; evoquemos el caso de Andrés Roemer.
El mencionado Zerón dictó la confesión a Felipe Rodríguez “El Cepillo”, luego de torturarlo y en base a testimonios de otros que construyeron la mal llamada verdad histórica (Milenio, 28 de septiembre), que resulto histérica y falaz.
En el acto central, donde se recordó a los cuatro padres fallecidos que buscaron sin descanso a sus hijos: Minerva Bello, Tomás Ramírez, Saúl Bruno y Bernardo Campos, las oradoras Hilda Leguideño e Hilda Hernández, evocaron a los estudiantes asesinados: Daniel Solís, César Nava y Julio César Ramírez, y a quien continúa en coma, Aldo Gutiérrez.
Además, las dos señoras advirtieron que el camino ahora es más escarpado, empinado, lleno de espinas y de piedras, aunque seguirán sin descanso adelante, ya que “Vivos se los llevaron y vivos los queremos” (La Jornada, 28 de septiembre).
El abogado Vidulfo Rosales, elogió la labor del Fiscal Especial actual, Omar Gómez, quien está muy echado para adelante, pero anotó que falta el testimonio completo de un testigo encubierto, denominado “Juan”, para saber cómo dividieron a los estudiantes, ya que fueron monitoreados antes por las cámaras del C4 del 27 Batallón del Ejército, y hasta dónde fue la intervención de las fuerzas armadas, junto con grupos criminales, entre ellos, los Guerreros Unidos.
No debemos olvidar que dentro de los 100 compromisos que hizo López Obrador al ganar la presidencia de la República, el número 89 dice: “Se investigará a fondo la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa; se conocerá la verdad y se castigará a los responsables”.
El viernes primero de octubre será crucial para desnudar lo que se necesite y haya un final que dé tranquilidad a todos los que luchamos por la justicia y la razón, en especial los familiares de los 43 jóvenesdesaparecidos.
@jamelendez44