Por Dr. Martín Flores Calixto
En el año 146 a. C. Cartago fue destruida por Roma. Los últimos combates fueron casa por casa y destruyeron, al igual que hicieron los españoles en Tenochtitlán, toda la cuidad fue demolida hasta no dejar piedra sobre piedra. El conflicto ya venía de lejos. A este último acontecimiento se llama la Tercera Guerra Púnica. La primera fue por el control del Mediterráneo, la segunda fue la invasión del monarca cartaginés Aníbal a Italia, esto lo hizo a través de Hispania y Galia (Francia) pasando por los Alpes hasta ocupar una buena parte de la península itálica para mantener una guerra dentro del mismo espacio territorial de la república romana. Aníbal humilló a las legiones romanas (¿marines de EU?) en 216 a. C. en la batalla de Cannas, lugar al sur de Italia. Dos generales habían mordido el polvo de la derrota: Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón. Fue una victoria formidable para los cartagineses, semejante a la que hicieron los ejércitos soviéticos frente a los alemanes al ganar la delantera a los aliados (Estados Unidos e Inglaterra) para finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Aprovechando que el líder cartaginés se encontraba luchando dentro de Italia, los romanos atacaron Cartago y Aníbal tuvo que regresar inmediatamente a defenderla. Finalmente fue derrotado en esa guerra de desgaste. Como resultado Cartago vio reducida su extensión territorial, tuvo que someter el control de su comercio a Roma y disminuyó su poderío militar.
Sin embargo, el odio y el miedo romano nunca fue eliminado. Utilizó para sus fines a un estado vasallo llamado Numidia, (Cartago se ubicó en el actual Túnez y Numidia abarca el territorio de Argelia) llevando al extremo el paralelismo podemos decir que ese papel lo juega actualmente Europa. Aunque la actual Europa a diferencia del reino numidio, está formada por un conjunto de gobiernos serviles que juegan tanto para sí mismos como para complacer las ambiciones norteamericanas.
Numidia servía a los romanos para controlar el desarrollo económico y comercial de Cartago, también para vigilar la expansión de su poderío. Numidia extendió su extensión territorial a costa de quitarle a Cartago grandes extensiones de espacio y población. Esto es parecido a lo que observamos cuando a la debacle de la URSS. Los distintos países exsocialistas fueron controlados y por lo tanto sometidos; política, económica y militarmente por la OTAN, (Organización del Tratado del Atlántico Norte) institución que sirve de instrumento de control para Estados Unidos en el hemisferio occidental.
Masinisa era el nombre del monarca numidio que gobernaba en aquel tiempo a este estado subsidiario de Roma. Servía tanto para mantener bajo vigilancia a Cartago como para generar conflictos que después servían a la República como instrumentos de presión a fin de mantener tranquilo a Cartago. Sin embargo, el Estado cartaginés prosperó. A lo largo del siglo II a. C. y antes de ser destruido se constituyó en una potencia comercial que enviaba a la misma Roma gran parte de los alimentos que consumía; trigo y otros cereales. De la misma manera que Rusia en la actualidad exporta gas, petróleo y otra gran cantidad de productos a Europa y occidente, incluyendo vacunas.
La tercera guerra púnica, esto es el final de Cartago estuvo diseñada a partir de distintos pretextos que obsequió Masinisa al imperio. En el Senado romano existía un grupo de halcones, es decir partidarios de la línea dura contra la expotencia mediterránea, encabezados por Publio Cornelio Escipión Emiliano (¿Biden?). Personaje dominante en la escena política romana de las décadas centrales del siglo II a. C. Fue dos veces Cónsul (¿presidente de los EU?) y también dos veces proclamado triunfador sobre Cartago y Numidia. Organizó y al final encabezó la tercera guerra púnica y para derrotar a Cartago. El pretexto fue la apropiación de una parte del antiguo territorio cartaginés, ahora en manos numidias, (caso parecido al asunto de Crimea, en la actual Ucrania) por algún subordinado del gobierno de Cartago. Escipión encontró en este hecho el pretexto perfecto para asestar el golpe final a su antiguo y peor enemigo. En una guerra que duró entre uno y dos años. Cartago fue derrotada y sepultada por el desierto.
Si la historia sirve para algo, puede ser, efectivamente, como maestra de la vida, en palabras de Pedro Salmerón. Aunque el actual imperio norteamericano está en decadencia, posee un ejercito que le puede permitir ganar muchas batallas todavía. Los síntomas imperiales son más claros cada vez; decadencia moral, racismo, una población que vive consumiendo drogas permanentemente, también sumida en el vació existencia que se expresa a través de masacres y asesinatos indiscriminados. También se puede observar la decadencia del impulso innovador en el plano científico que se manifiesta por la necesidad que tienen los Estados Unidos de importar permanentemente nuevos talentos que no se producen internamente.
El imperio Romano todavía duro otros 475 años hasta que los germanos eliminaron a los emperadores. Todavía habrían de pasar distintos eventos, como la llegada del cristianismo, la división del imperio en dos partes; el de oriente y el de occidente, los distintos saqueos de Roma a manos de los bárbaros y finalmente el desvanecimiento del imperio romano en 476 d, C. en manos de Odacro un insignificante bárbaro que pasó a la historia por enviar las insignias imperiales al emperador bizantino en Constantinopla, para abrir paso a una nueva era, la edad media.
Es claro que el imperio gringo tiene muchos aspectos diferentes del romano. Para evitar similitudes burdas estamos planteando el problema del desarrollo general de la formación social en la historia. Los acontecimientos que pasan frente a nuestros ojos no pueden ser una réplica de los sucesos de otros tiempos. En nuestro caso, la caída de Cartago (la URSS). No significó la desaparición de la nación rusa. Frente al imperialismo norteamericano esta el ascenso de China como un rival en el mercado capitalista que está poniendo en serios aprietos la hegemonía de los EU. La fragilidad económica de USA la obliga a retirarse de las guerras de frontera; Afganistán, Irak, Siria y otras. La propuesta de Biden para invertir 2.3 billones dólares en la maltrecha infraestructura de transporte, redes eléctricas y otras partes de su economía, muestran que el imperio no tiene otra salida que alejarse de sus distintas guerras, al menos de momento. El legado de destrucción que han dejado sus invasiones, tales como; asesinatos niños, mujeres, hombres. Así también destrucción de la infraestructura urbana, escolar, hospitalaria y el conjunto de torturas, en las que se han vuelto expertos, forman parte de ese legado imperial gringo.
Los romanos justificaban sus invasiones y depredaciones en nombre de la civilización y la ley. La necesidad de acrecentar, mantener y fortalecer el imperio ha llevado a los norteamericanos a justificar las peores atrocidades en nombre de entelequias, principios abstractos, como; democracia y libertad. Precisamente en estos preceptos es dónde se encuentran los argumentos para la mayoría de las aberraciones que usan los gringos: libertad y democracia, para justificar sus depredaciones. La necesidad de recursos y la acumulación de riqueza llevó a los romanos históricos a construir una sociedad opulenta. En nuestros tiempos, los gringos le llaman a eso; modo de vida americano (american way of life). Los pueblos de las distintas provincias de la esfera romana: galos, hispanos, britanos y otros lucharon por mantener su autonomía e independencia. Al final fueron sometidos. Excepto los germanos que fueron los sepultureros del imperio en 476 d. C. ¿Qué sociedad cumplirá este papel? (¿Tal vez China?) No lo sabemos, aunque esperemos que no dure mucho la destrucción del imperio made in USA. ¿Cómo va a ser la desaparición del imperio gringo? Bueno, esperemos que al igual que Roma se vaya en silencio y que entre a la historia como ellos, con un legado de claro-oscuros que permita valorar su paso por los aconteceres humanos de la mejor manera.
Mapa de la República Romana en tiempos de la destrucción de Cartago, siglo II antes de Cristo.
Fuentes: GRACIA ALONSO, Francisco, “Ceterum censeo carthaginem esse delendam”, HOYOS, Dexter, “Cartago entre dos guerras, Una recuperación sorprendente”, PRADOS MARTÍNEZ, Fernando, “Masinisa y el reino númida”, PINA POLO, Francisco, “Escipión Emiliano, Un halcón en el senado de Roma”, FUMADÓ ORTEGA, Iván, “La ciudad de Cartago a mediados del siglo II a. C., PÉREZ RUBIO, Alberto, “Luchar sin esperanza”, QEZADA SANZ, Fernando, “La muerte de Cartago, La guerra más salvaje”, todos estos artículos en el número monográfico de la revista Desperta Ferro, Antigua y medieval titulada; Cartago debe ser destruida, numero 31, España, septiembre-octubre 2015.
CARDONA AURELL, Jaume, La caída del Imperio Romano, España, National Geographic Historia, Vol. 15, 2018.
CAWTHORNE, Nigel, Grandes batallas de la historia, México, Grupo editorial Tomo, 2014.