La Militarización de la 4T y la Corrupción que se Pretendía Combatir

Por Emiliano Mejía Reséndiz

Como todo mundo sabe, uno de los principales puntos programáticos, si no es que el principal, enarbolado por el morenismo desde mucho antes de asumir el poder, fue el del combate a la corrupción. Sin embargo, a poco más de dos años del gobierno de la 4T, lejos de haber eliminado al multicitado flagelo, éste está proliferando por doquier…hasta entre los familiares del presidente. Una nueva vertiente de corrupción, que sólo con el gobierno de AMLO se ha desarrollado, es el que con la creciente militarización del país está provocando éste al no pedir rendición de cuentas a las fuerzas castrenses. En efecto, así lo atestigua un estudio de Mónica Serrano, investigadora de El Colegio de México, quien sostiene en su trabajo que el presidente obstaculiza la reforma que obligaría al Ejército y a la Marina a rendir cuentas sobre los recursos cada vez mayores que les son asignados.

La corrupción dentro de las filas castrenses siempre ha existido (remember caso Cienfuegos), la diferencia con el momento actual consiste en que el gobierno morenista le está prácticamente entregando un cheque en blanco a las fuerzas armadas. Hoy las Fuerzas Armadas, convertidas en Guardia Nacional, se ocupan de labores de seguridad pública, pero también de tareas de migración, control de puertos, la construcción de un tramo del Tren Maya, del aeropuerto de Santa Lucía, de cuarteles para la Guardia Nacional y de los Bancos del Bienestar. Además reparten vacunas contra el covid-19 y distribuyen libros de texto, entre otras tantas funciones que le ha encargado el gobierno morenista.

La sabiduría popular ha dicho y comprobado que “en arca abierta hasta el más justo peca” y la experiencia de los grandes movimientos revolucionarios nos da el antídoto: informes periódicos (mensuales, quincenales o semanales) en donde se rinden cuentas de todos los recursos “hasta el último centavo”. Nuestras Fuerzas Armadas están muy lejos de ser revolucionarias pero el antídoto anticorrupción es válido, sobre todo cuando nadie, hasta hoy ha implementado alguna otra medida preventiva contra ese mal.

El poder corrompe, ha corrompido a revolucionarios que antes de que llegaran al poder nadie se imaginaba que sus ideales y principios revolucionaros cayeran hechos mil pedazos. Si eso ha ocurrido con gente que busca la creación de una sociedad más justa, de un mundo nuevo, qué podemos esperar de individuos que, estando educados militarmente, sólo saben obedecer órdenes, ellos se conducen bajo el lema “las órdenes no se discuten, se ejecutan”.

Juzgue usted, amable lector, ante las nuevas circunstancias creadas por la 4 T, cualquiera puede concluir que, es mucho más fácil que la corrupción crezca y se diversifique como nunca antes en todo su esplendor, a que desaparezca, como se lo había propuesto el gobierno de AMLO.

En fin, estamos presenciando el avance, cada vez más acelerado de la militarización en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Con ello, el presidente concentra aún más poder en sus manos. Lo peligroso de la situación, es que se trata del poder castrense, el cual sólo sabe obedecer sin rechistar. Dicho poder en manos de un individuo obnubilado por el poder, como ya lo ha manifestado ser AMLO, en varias ocasiones, puede resultar catastrófico. Ojalá que la sociedad civil y los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación logren impedir que la concentración del poder siga avanzando por un sendero tan peligroso.

Frida C.


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