
Por Joaquín Vela González
La primera empresa maquiladora se instaló en México en 1966, en Ciudad Juárez Chihuahua para fabricar televisores. Actualmente existen más de 700 plantas ensambladoras en todo el país, y ocupan a más de 200 mil trabajadores, principalmente en la frontera norte. La intención era crear empleo temporal, ahora ya son parte sustancial en la industria manufacturera de nuestro país. Este tipo de industria lo que necesita es fuerza de trabajo abundante, barata y capacitada, para cubrir sus necesidades. Estas empresas salen de sus países de origen precisamente buscando obtener mayores ganancias a través de abaratar el costo de su capital variable que es el salario.
También obtienen en la mayoría de las veces abaratar el costo de su capital constante, que son las instalaciones y los servicios como electricidad, agua y conectividad, que los gobiernos de los países y los estados les proporcionan gratuitamente o a costos relativamente bajos y no les exigen prácticamente nada. Por estas ventajas que les ayudan a elevar su productividad y obtener ganancias extraordinarias es que crecido en gran escala las maquiladoras en nuestra nación, principalmente en zonas más cercanas al principal mercado de consumo del mundo y también por que de acuerdo con la teoría económica espacial, la que más reduce los costos de transporte entre ambos países .
En una definición general, las maquiladoras son plantas que importan materias primas, componentes y maquinaria, para procesarlos o ensamblarlos en México y después reexportarlos, principalmente a Estados Unidos, pagando impuestos sólo sobre el valor agregado. ¿Es suficiente que estas empresas sólo aporten la creación de empleo en nuestro país? ¿Es correcto que muchas de las empresas maquiladoras importan materias primas y componentes de sus países de origen y no los vengan a fabricar aquí? O mejor aún exigirles como lo planteaba La Ley de Industrias Nuevas y Necesarias de 1955 que después de cierto número de años de haberse instalado, las empresas se comprometían a que sus productos finales, deberían de contener cuando menos un porcentaje de partes nacionales.
Con esa medida se buscaba promover que las industrias de origen nacional, se incorporarán a las cadenas de valor que venían a impulsar las empresas extranjeras. En algún momento se dejaron de aplicar estas normas, que tenían como visión correcta de largo plazo desarrollar nuestra industria nacional, impulsando desde la base a pequeñas y medianas empresas, en las que la gran empresa externa debería jugar el papel de tractora. ¿Porque si está ley estaba vigente desde 1955, cuando se empiezan a instalar estas empresas maquiladoras no se les aplicó?
Esta omisión implicó que hoy en día exista un exiguo desarrollo de pequeñas y medianas empresas, en las regiones donde se instalaron estas maquiladoras. Si la llegada de estas empresas no impulsa el desarrollo local estamos ante una realidad de que la instalación de estas plantas ensambladoras generan más desventajas qué ventajas y este modelo no puede ni debe continuar, cuando menos en la forma en la que está siendo aplicado hasta hoy. Es urgente que nuestras autoridades entiendan que son varios los resultados que deben dejar las futuras instalaciones de nuevas empresas extranjeras con la figura de maquiladoras. Estas empresas deben tener la responsabilidad de impulsar el desarrollo local además de transmitir avances importantes en términos tecnológicos, asimismo de continuar con la capacitación de la fuerza de trabajo de las regiones receptoras. Esto se expresa en términos sencillos en la obligación creciente de incorporar un porcentaje de partes nacionales en su producción final.
Sin un cambio en las exigencias a las empresas que quieren instalarse en nuestro país, repetiremos el modelo de que todos los componentes que se requieren para las plantas armadoras que existen en México, sin dejarnos aportar a nosotros ninguna parte del producto final, seguiremos al margen de los beneficios del desarrollo. Es impostergable tratar estos temas y tomar medidas urgentes para mejorar nuestra posición. Si no lo hacemos de una manera adecuada y eficiente, todo México terminará siendo una gran maquiladora.
Desde una perspectiva estratégica no debemos bajar la guardia en estos temas y en su desarrollo práctico dentro de la coyuntura actual de la relocalización de muchas empresas que estaban en China y que ahora buscan mejores condiciones en lugares más cercanos al mercado norteamericano. Necesitamos repensar la forma de negociar con las empresas que están llegando para no repetir los errores del pasado y crear un nuevo modelo de empresas maquiladoras, sometidas a nuestro interés nacional. Este debe ser un modelo que ayude a consolidar nuestro modelo nacional y crear expectativas alentadoras para los mexicanos del futuro.
velaj@economia.unam.mx