
- Los primeros sembradíos de enervantes en Michoacán se remontan a los años 50, pero “hay indicios de que su cultivo persiste en la década de 1960 y se generaliza en la de 1970”, escribe el investigador Enrique Guerra Manzo. Eso cambió. Ahora, expone Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, los cárteles producen drogas en laboratorios que les son más redituables.
Ciudad de México, 9 de noviembre (SinEmbargo).– Los grupos criminales en Michoacán se están enfocando más en drogas sintéticas elaboradas a partir de precursores químicos que llegan por vía marítima, las cuales pueden ser elaboradas todo el año, a diferencia de drogas como la marihuana o la amapola cuyos plantíos pueden ser destruidos obligando a las organizaciones del narcotráfico a esperar hasta la próxima cosecha, explicó Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA.
“Esas drogas son muy fáciles para producir porque ellos usan una tina metal, mezclan los precursores químicos con una pala, un palo y es fácil para introducirla a los Estados Unidos principalmente por la las garitas fronterizas entre México y los Estados Unidos”, ahondó Vigil en entrevista con SinEmbargo.
Esta transición se ha vuelto evidente en Michoacán, en donde la presencia del narcotráfico, que se remonta a inicios de la segunda mitad del Siglo XX, se dio a partir del cultivo de marihuana y amapola al que se vieron obligados los agricultores debido a la crisis económica que trajo consigo la caída de los precios del limón y el melón, así como el gradual retiro de los apoyos estatales, lo cual “coaccionó a la gente de la región a subsidiar sus pérdidas cultivando enervantes, sobre todo marihuana”, expone el investigador Enrique Guerra Manzo, en su libro Territorios violentos en México, editado por la UAM y Editorial Terracota.
Destrucción de narcolaboratorio en Sinaloa
En el mismo texto, el académico explica que las primeras evidencias de la siembra de enervantes en Tierra Caliente, en Michoacán, se remontan a la década de 1950, pero “hay indicios de que su cultivo persiste en la década de 1960 y se generaliza en la de 1970, momento en que los grupos de traficantes enfrentan abiertamente al ejército y a la policía judicial, es también en estos años cuando el problema atrae la atención de la prensa local y nacional”.
Un documento de la Secretaría de la Defensa Nacional, recuperado por Enrique Guerra en el Archivo General de la Nación, da cuenta de cómo un poblador anónimo de Tepalcatepec le escribió al Secretario General Hermenegildo Cuenca Díaz en agosto de 1972, en el Gobierno de Luis Echeverría Álvarez:
“A los cuatro vientos no siembran otra cosa más [que] pura droga […] todos tenemos necesidad de dinero”, pero era “injusto” que a unos se les permitiera sembrar “droga” y a otros no: “si no es prohibido díganos para sembrarla todos nosotros y si es prohibido mande una partida [militar …] y un jefe que no se venda […] para que lo acompañen las defensas [rurales] por aquí hay
muchos maliantes [sic] que son los que la siembran y se están engavillando comprándonos que para topársele al Gobierno”.
Dos años después, en 1974, la Procuraduría General de la República sostenía que Michoacán era uno de los estados “donde más marihuana se produce y donde más detenciones que en otras partes del país han ocurrido”, de acuerdo con un reporte de El Universal de esa época.
Todo cambió una década después, en 1985. El 5 de marzo de ese año fue encontrado el cuerpo del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena en una zona rural de La Angostura, en Vista Hermosa, Michoacán. Aunque posteriormente se sabría que Camarena había sido torturado hasta la muerte. Como responsables fueron señalados los líderes del Cártel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero. Ese momento significó la desintegración del Cártel de Guadalajara que daría pauta a una segunda generación de cárteles: el de Tijuana, Juárez y Sinaloa.
En el caso michoacano, será elemental la evolución del Cártel del Golfo, pero particularmente de su brazo armado Los Zetas, integrados por desertores del Ejército Mexicano formados en Estados Unidos. De hecho, Edgar Guerra Manzo indica que con la llegada a Michoacán de Los Zetas a principios del presente siglo, “se inicia un ciclo de terror y de expoliación de la población que no ha amainado hasta la fecha”.
“El negocio ya no se limitó a estupefacientes (cuyo mercado se amplió con la introducción de drogas sintéticas), sino que se extendió a la explotación de todo el territorio (plazas), personas y cadenas productivas (pago de cuotas). Michoacán fue el laboratorio de ese modelo de expoliación, que luego Los Zetas tratarían de replicar en otras entidades. La Familia Michoacana y más tarde Los Caballeros Templarios, perfeccionaron ese modelo. Agregaron ciertas dosis de filantropía (al emular a los “narcos de antes”), con lo cual pretendían blindarse socialmente. Ejercieron un creciente poder territorial a través de los jefes de plaza en los más de setenta municipios de la entidad que lograron controlar y, en la fase templaria, mística religiosa. Conforme se intensificaron los operativos militares en su contra, terminó imponiéndose también su lado expoliador”, ahonda el académico.
La Familia Michoacana surge como cártel en los años 90 producto de una alianza con el Cártel del Golfo para eliminar a la organización de La Familia Valencia, también conocida como el Cártel del Milenio, una agrupación criminal de la cual se desprende el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuyo líder es Nemesio Oseguera Cervantes, quien se disputa el control de Michoacán, de donde es oriundo.
Las principales organizaciones que operan en Michoacán hoy en día han volcado su negocio de narcóticos en drogas sintéticas, entre ellas el fentanilo, un opioide que ha causado una pandemia de adicciones y muertes en Estados Unidos y Canadá.
El Cártel de Jalisco, por ejemplo, es una organización transnacional con presencia en casi todo México, que trafica fentanilo a EU. El grupo se dedica a la extorsión, el tráfico de migrantes, el robo de petróleo y minerales, y el tráfico de armas.
La Nueva Familia Michoacana es acusada por la DEA del transporte, la importación y la distribución de más de 36 toneladas métricas de metanfetamina, 12 toneladas métricas de heroína mexicana y 12 toneladas métricas de cocaína al año en Estados Unidos desde México. Mientras que los Cárteles Unidos señalada por la Unión Europea de fabricar y distribuir drogas ilegales como metanfetamina, fentanilo y cocaína.



