
- Aunque Donald Trump ya llegó a distintos acuerdos con algunos países para que evitaran la imposición de tarifas más fuertes, otros se encuentran aún negociando y en la incertidumbre. El tiempo se agota y el único que tiene el poder de mover todo el panorama es el Presidente de Estados Unidos.
Ciudad de México, 29 de julio (SinEmbargo).– Donald Trump ha doblegado al mundo, coinciden distintos análisis, a punta de garrotazos. Aprovecha su superioridad para imponer una nueva política para el comercio.
En el corto plazo parece haberse llevado una victoria rápida. Pero, ¿realmente ganó? Eso es lo que está en debate. Los países que lograron obtener un acuerdo tuvieron que ceder, y mucho. Varios de los socios comerciales más fuertes, entre ellos México y Canadá, aún no cierran un acuerdo aunque la fecha fatal, el 1 de agosto, se acerca velozmente. El antecedente es que Reino Unido, Japón y la Unión Europea (UE) entregaron mucho y obtuvieron poco para evitar una guerra comercial.
“Parémonos un momento para pensar en la alternativa: una guerra comercial, como algunos parecen pedir, traería serias consecuencias”, dijo el Comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, de acuerdo con el diario El País. El Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, agregó: “Respaldo este acuerdo comercial, pero lo hago sin ningún entusiasmo”. Y el Primer Ministro francés, François Bayrou, declaró: “Es un día sombrío cuando una alianza de pueblos libres, reunidos para afirmar sus valores y defender sus intereses, decide someterse”.
Estados Unidos (EU) fue un fuerte impulsor del libre comercio. Ahora usa esa herramienta vinculada “a la democracia” para extorsionar al mundo. No todos están felices.
Ana Swanson, periodista que cubre comercio internacional, dice hoy que en los últimos seis meses Estados Unidos abandonó el orden comercial global que persistió durante décadas en favor de algo drásticamente diferente y en gran medida, no probado. “Economías formidables como la Unión Europea y Japón abruptamente hicieron las paces con aranceles más altos a sus exportaciones, accediendo a las demandas del Presidente Donald Trump para evitar guerras comerciales dañinas y para lograr que los aranceles estadounidenses aún más elevados se reduzcan apenas un poco”.
A medida que las principales economías se alinean para firmar acuerdos que incluyen los aranceles más altos de la historia moderna, dice la periodista en un texto de The New York Times, la visión del Presidente de Estados Unidos para el comercio global se está haciendo realidad rápidamente. “Esta nueva normalidad utiliza la economía estadounidense como palanca, y otros países aceptan aranceles del 15 al 20 por ciento para hacer negocios con Estados Unidos. Se impondrán aranceles aún más altos a las exportaciones de productos críticos, como el acero, o a ciertos países adversarios, como China”.
El resultado parece haber dado la razón a Trump, sostiene, cuando afirma que sus amenazas arancelarias son una poderosa herramienta de negociación. “Y la moderada reacción del mercado a los aranceles del 15 por ciento impuestos a Japón y la Unión Europea sugiere que el pánico que muchos anticipaban tras sus anteriores gravámenes más extremos podría no materializarse”.
El éxito económico es mucho más debatible, agrega. “La Administración Trump se ha embarcado en un vasto experimento económico, con niveles arancelarios no vistos en Estados Unidos desde principios del siglo XX. Las tasas que Trump pide a otros países que acepten suelen ser utilizadas por economías pobres que intentan proteger industrias emergentes, no por potencias industriales como Estados Unidos”.
“Pero muchos economistas siguen prediciendo que los aranceles de Trump resultarán en precios más altos tanto para las empresas que importan productos como para los consumidores que los compran. Esperan que esto desacelere la economía y sea contraproducente, al menos en parte, para los esfuerzos del Presidente por reactivar la manufactura. En las últimas semanas, fabricantes de automóviles como General Motors y Volkswagen han informado de impactos de más de mil millones de dólares a causa de los aranceles”, añade el texto de Ana Swanson.
Donald Trump ha doblegado al mundo, coinciden distintos análisis, a punta de garrotazos. Aprovecha su superioridad para imponer una nueva política comercial.
Greg Ip, de The Wall Street Journal, cuenta hoy que Trump logró algo notable: aumentar los aranceles en un nivel superior al de la famosa Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930, evitando, al mismo tiempo, al parecer, la destructiva guerra comercial que le siguió.
Según el acuerdo alcanzado el fin de semana con la Unión Europea, Estados Unidos impondrá un arancel efectivo de alrededor del 15 por ciento a sus socios comerciales, el más alto desde la década de 1930. Japón y la UE se han comprometido conjuntamente a invertir 1.15 billones de dólares en Estados Unidos. Europa también acordó compras de energía y militares.
“¿Y qué ofreció Estados Unidos a cambio? Nada”, dice el periodista.
“Así que Trump ha alcanzado sus objetivos, por ahora. Pero estos acuerdos aún no representan un nuevo orden comercial. Son una especie de estación de paso, más frágiles y con menos legitimidad que el sistema que han suplantado. La fórmula para este logro fue distintivamente trumpiana. El Presidente calculó que otros tenían más qué perder en una guerra comercial que Estados Unidos. Atacó a cada socio comercial por turnos con la perspectiva de que, de no llegar a un acuerdo en sus términos, recibiría un trato peor posteriormente”.
Donald Trump ha doblegado al mundo, coinciden distintos análisis, a punta de garrotazos. Aprovecha su superioridad para imponer una nueva política comercial.
Entre los aliados estadounidenses, agrega, sólo la Unión Europea tiene la influencia suficiente para infligir suficiente sufrimiento a las empresas estadounidenses como para cambiar el cálculo de Trump. Pero a pesar de elaborar planes de represalia, nunca los tomó. “Además del sufrimiento económico de una guerra comercial, Europa temía que Trump abandonara a Ucrania y quizás a la OTAN por completo. Un acuerdo unilateral era el precio a pagar por mantener, por ahora, el compromiso de Trump con la alianza de seguridad transatlántica”, escribe Greg Ip, en The Wall Street Journal.
“De los principales socios comerciales que aún no han cerrado acuerdos, Corea del Sur, México y Canadá probablemente prevean, al igual que el Reino Unido, Japón y la Unión Europea, ceder en gran medida sin recibir nada a cambio. China, el único país que ha tomado represalias amplias, podría tener una suerte distinta. Trump ha evitado una guerra comercial, pero aún queda por ver si la paz comercial durará”, dice.