Cuentas y Cuentos… Orígenes del Neoliberalismo y sus Efectos Destructivos

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Por Joaquín H. Vela González.

La fase económica hoy conocida como neoliberal, arranca al final del periodo bautizado en los círculos académicos como “Fordista-keynesiano”, período que se desarrolló de fines de los años 40 hasta los años 70 del siglo pasado.

La crónica del origen del Neoliberalismo tiene como marco histórico de referencia, al boom del capitalismo mundial que se dio en la Segunda Posguerra, y que describo muy brevemente en las siguientes líneas.

La economía estadounidense emergió después de la Segunda Guerra Mundial como el eje hegemónico de la economía mundial. Su predominio era claro, como lo demuestra el hecho de que, en 1948, Estados Unidos de América, EUA, producía el 49 por ciento del total mundial. Era la recuperación de una guerra que había destruido a las plantas industriales de Japón y de Europa, mientras que la de EUA estaba intacta.

A partir de esos años se dio la mayor expansión del capitalismo en la historia reciente (1945-1973). Fueron 28 años de gran expansión: Del valor bruto de la producción total a escala mundial; de la productividad; del comercio internacional; de los salarios (con un aceptable nivel de movilidad social); y en general de las condiciones económicas, que más se acercaban al objetivo de una economía con mayor justicia social, que aunque mantuvo las características de cualquier economía capitalista, que es la explotación o abuso con las apropiación de la plusvalía, cumplía a nivel elemental con las expectativas de bienestar de la población .

En este periodo se desarrolló lo que se conoce como “Estado Benefactor”, que constituye un conjunto de beneficios directos e indirectos para los trabajadores, como: Los sistemas universales de salud, de educación de alto nivel gratuita y con cargo al erario público, el seguro de desempleo, y el otorgamiento de cupones para los desempleados.

Al finalizar este periodo se inició el establecimiento del Neoliberalismo, que se ha caracterizado por desmantelar a muchas de las prestaciones logradas en la etapa anterior, y la caída permanente de los salarios.

Después de las tres décadas de la gran ola expansiva de la posguerra, periodo en la que los Estados nacionales tuvieron margen para definir y determinar sus prioridades de desarrollo y de financiamiento al mismo, le siguieron acontecimientos como: La crisis financiera de 1971 (que determinó el fin del Acuerdo de Bretton Woods); el aumento de los precios del petróleo del año 1973; el aumento de los niveles de inflación (como resultado de los intentos de reactivar al crecimiento); y la baja en la producción y la productividad mundiales, principalmente. Y estos fueron los factores que contribuyeron al inicio de la crisis mundial de 1973-1974, que marcó el fin de esa etapa de los años felices y del esplendor del capitalismo “buena onda”, y el inicio de la fase brutal conocida como Neoliberalismo.

Esta coyuntura fue la oportunidad para implantar y desarrollar el nuevo modelo. Para darle “solución” a la crisis de 1973-1974, el incipiente Neoliberalismo empezó recurriendo a la aplicación de planes de estabilización, imponiendo a los gobiernos rigurosos planes de austeridad, conocidos como planes de shock. Ya más depurado el modelo, las directrices serán: Contracción del gasto, principalmente el gasto social e imponiendo el equilibrio fiscal (No gastar más de tus ingresos), es decir, contracción económica y austeridad, para que sea la población la que pague los costos de la crisis del sistema capitalista.

Los representantes del gran capital tomaron la ofensiva, buscando apoyo teórico en los economistas conservadores de corte anti estatista, derrotados por Keynes en la etapa anterior: Ludwig Von Mises y Friedrich Hayek, encontrando en la Escuela Monetarista de Chicago con Milton Friedman a la cabeza a su ideólogo moderno, a lo que luego se les sumarían los ofertistas y los de teoría de las expectativas racionales, para terminar de darle sustento teórico a lo que hoy constituye el modelo neoliberal.

Este modelo es el que incentiva a las contradicciones más primarias de la lucha de clases y las lleva casi al límite. Esta brutal irracionalidad neoliberal globalizada de la explotación abarca, no sólo a los obreros, en sus derechos económicos y humanos, sino que también a las pequeñas y las medianas empresas, y a las clases medias, y en general viene a fomentar violencia, crimen organizado, discriminación a sectores vulnerables, a las minorías étnicas y a las mujeres, además de la destrucción irracional a la naturaleza.

El Neoliberalismo representa la mayor afectación al medio ambiente y a los recursos naturales, como la tierra y el agua, la devastación a los bosques, y el tema de las tóxicas semillas mejoradas, fomentado todo esto a través de la corrupción, y solo con el objeto de obtener grandes ganancias para las corporaciones, en complicidad con funcionarios de gobierno, por lo que este modelo se generalizó en la gran mayoría de países capitalistas, pero principalmente en las naciones pobres, cuyos gobiernos autoritarios son débiles y manipulables desde el exterior, y dónde todas estas calamidades ahora fomentadas por el Neoliberalismo, son temas cotidianos.

Podemos definir al modelo neoliberal como un proyecto impulsado por el gran capital financiero y transnacional, con una orientación anti estatista (enemiga de la participación del gobierno en la economía), destinado a profundizar la razón central del capitalismo, que es la explotación hasta sus últimas consecuencias, y por eso también se le define como “capitalismo salvaje.”

En particular, uno de los procesos que fortaleció a la consolidación del modelo neoliberal, fue sin duda la liberalización financiera, que fue la respuesta ante la crisis de la inconvertibilidad del dólar en oro, y en general ante la quiebra del acuerdo internacional de Bretton Woods, que estalló en 1971. El gobierno norteamericano encabezado por Bill Clinton determinó atacar el problema heredado por Richard Nixon, acelerando al proceso de liberalización financiera, que consistió en desregular y quitar los controles gubernamentales y multilaterales al funcionamiento del capital financiero, que habían permanecido regulado durante toda la etapa anterior.

Y ya sin controles, el Capital Financiero se puso a la cabeza del proceso de producción capitalista mundial, asumiendo de manera unilateral, un control que no ha perdido hasta la fecha.

Todos los segmentos productivos, incluyendo a los que mantienen el liderazgo en cuanto a productividad e innovación tecnológica, como son la electrónica y la industria automotriz, finalmente están bajo el yugo del improductivo y especulativo capital financiero.

En resumen, el Neoliberalismo en su desarrollo genera: Descomposición social; destrucción a la naturaleza y al medio ambiente; destrucción al ser humano, caos, violencia, corrupción; desempleo; y pobreza; y todo por la tendencia de concentrar y de centralizar al capital en unas cuantas manos, a costa de la humanidad y de nuestro planeta.

El problema que tendremos que enfrentar, si no logramos detenerlo a la brevedad, será de consecuencias inconmensurables para todos y todas. Porque el Neoliberalismo, muy a pesar de que va en declive, aún respira, no acaba de morir, y sigue pasando lista de presente entre nosotros, sin frenar su obra destructiva.

velagj@economia.unam.mx

Carlos H.


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