Opinión
- No tiene pretextos para transformar México
Por Marcos Espinosa
El gobierno entrante tendrá todo el poder: la Cámara de Diputados con mayoría, la Cámara de Senadores, el Poder Judicial, el INE, 24 gubernaturas, una aplastante mayoría en alcaldías del país y, sobre todo, una alta aprobación de la ciudadanía, dejando al país sin una oposición verdadera. Es mucho poder concentrado en un grupo pequeño de personas, pero es también la gran oportunidad del morenismo de demostrar de qué lado están; de hacer las reformas necesarias que beneficien a los trabajadores del país, ya que según ellos, en su gobierno están “primero los pobres”.
La capacidad legislativa y jurídica que tendrá la 4T desde que inicie la administración será tal que podría, sin obstáculo alguno, eliminar impuestos que afectan los bolsillos de los más humildes, por ejemplo, el famoso Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), que representa un costo de 6.17 pesos por litro cd gasolina magna, mientras que en el diésel son 6.78 pesos.
Un descuento de esa naturaleza haría que la gasolina pase de los 24 pesos que cuesta actualmente a solo 18, tal como estaba en 2017. ¿A quién le desagrada una medida así? El impacto podría reducir los precios de la canasta básica, incluso del transporte público, el cual, por ejemplo, en el Estado de México, es de los más altos del país, siendo el precio mínimo de 12 pesos.
Con el inmenso poder del gobierno, se podría incluso poner un precio máximo del pasaje, de tal manera que ese gasto no aplaste a los trabajadores, quienes desembolsan al menos el quince por ciento de sus ingresos, según datos del INEGI. Y esto beneficiaría a unas 4.1 millones de personas que diariamente se trasladan a la CDMX a trabajar o estudiar (Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo 2017).
Pero eso solo es algo superficial. Se podrían impulsar reformas de tipo social que cambien de raíz la situación de México, como una reforma educativa que asegure la formación integral de todos los mexicanos, ya no solamente como un derecho opcional, sino como una obligación de todos.
La salud, la infraestructura, el acceso a la vivienda, en este país donde, según la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), hay 36 millones de personas que no tienen hogar; todos esos rubros fundamentales podrían impulsarse de forma relevante.
Todos esos programas sociales que durante décadas no se podían realizar por pugnas en los congresos y entre los diferentes grupos de poder ya no existirán para la administración entrante. Tendrán la capacidad incluso de subir los salarios, ya no solo por encimita de la inflación, sino un alza real, de tal manera que alcance sin sacrificios sobrehumanos para comprar la canasta básica, reducir la jornada laboral o incluso crear otros centros industriales y comerciales para que la gente no tenga que pasar diariamente por el éxodo que representa ir a trabajar a la CDMX.
Se dirá que esas cosas no son posibles, que un alza de salarios y la reducción de la jornada impactaría en los precios de las mercancías, pero ya Carlos Marx demostró en su obra «Salario, Precio y Ganancia» que eso solo sería temporal, y que incluso se incrementaría la producción y se incentivaría la economía nacional. El tan esperado crecimiento económico sería una realidad.
Otros dirán que no alcanzarían los recursos que recauda el gobierno, pero la capacidad es tal que los empresarios podrán ser sometidos por el poder del Estado (ese Estado que se ha autodenominado del pueblo) y tendrían que pagar impuestos según su capacidad económica, que es una de las más grandes de América Latina.
No olvidemos que Carlos Slim es uno de los más opulentos multimillonarios, que según Oxfam concentra tanta riqueza como la mitad más pobre de la población de América Latina.
Lo que nos debe quedar claro es que el nuevo gobierno, el segundo de extracción morenista, tendrá un poder inmenso, tan grande como para cambiar de fondo la situación de los mexicanos. No tienen ningún tipo de obstáculo, no tienen ninguna oposición, ningún impedimento, y si no ejercen todo ese poder para beneficiar a los trabajadores, o no cambia nada en los próximos años, incluso meses, se verá de qué lado están esos personajes que pregonan amor al pueblo. Estemos atentos.