• Alumnos emocionados, padres nerviosos, maestros cuidadosos, calles con tráfico y puestos con desayunos. A más de año y medio de permanecer cerradas, en las primeras horas de este lunes las aulas fueron reabiertas para iniciar clases presenciales en la mayoría de los estados del país de manera voluntaria, escalonada y con medidas sanitarias. Aunque algunos planteles no pudieron abrir.
Por Efrén Flores y Daniela Barragán
Ciudad de México, 30 de agosto (SinEmbargo).– Al diez para las ocho de la mañana, la hora de entrada de los alumnos tras 18 meses de clases en línea por la COVID-19, la Escuela Primaria “Artículo 27”, ubicada en la Alcaldía Gustavo A. Madero, lucía vacía.
No había una fila de espera con estudiantes emocionados ni padres nerviosos. Tampoco puestos con desayunos ni servicio de transporte escolar. Sólo aguardaban afuera dos mujeres, personal de Participación Ciudadana del Gobierno de la Ciudad de México, y elementos de Seguridad Pública.
A las ocho en punto de este lunes, unos padres de familia y su pequeño, peinado con gel, uniformado y con cubrebocas, se aproximaron a la puerta, pero pasaron de largo. Iban a otro colegio. Minutos después, una madre llegó acompañada de sus dos hijos, los entregó con mochila y cubrebocas en la entrada. Pero el personal directivo le negó el acceso.
Para entonces sólo habían ingresado profesores y demás personal no sin antes recibir gel antibacterial en las manos y un baño de sanitizante. Hubo un brote COVID. En esta escuela —como sí sucedió este inicio de semana de manera voluntaria y escalonada en la mayoría de los planteles de la Ciudad de México y algunos de las entidades excepto Michoacán y Baja California Sur—, no habrá regreso a clases presenciales hasta dentro de dos semanas.
La semana pasada, dijo la profesora Elizabeth, los maestros realizaron un curso y el miércoles detectaron a un profesor contagiado de coronavirus. Todos los que tuvieron contacto se hicieron pruebas, pero aún deben esperar más días de incubación para que el resultado sea certero.
“El jueves se les avisó a los padres. Ellos pidieron seguir clases en línea, que no se presentaran sus hijos hasta dentro de dos semanas, para estar seguros”, afirmó la maestra con cubrebocas, careta y una botella de sanitizante en mano.
Otra escuela que no abrió fue la Secundaria Técnica “Guillermo González Camarena”, localizada en la Alcaldía Cuauhtémoc, al centro de la capital del país. Se colocó una cartulina en la que se informó que las clases seguirían en línea, ya que además de la pandemia, aún no se terminan de solucionar los problemas de infraestructura que causó el sismo de septiembre de 2017, es decir, arrastra ya dos crisis, por lo que se continuará aprendiendo a distancia.
En contraste, a unas calles por donde pasa el cablebús, al norte de la Ciudad de México, desde las 6:15 de la mañana, luego de una madrugada lluviosa, Carolina y su padre esperaban afuera de la Secundaria Técnica 32 para poder ingresar. La adolescente comienza segundo grado. La fila y la aglomeración en la calle fue aumentando mientras amanecía.
“Es emocionante, pero tengo nervios. Voy a intentar cuidarme”, confesó. “Llevábamos mucho en línea y no aprendí nada”. En casa, agregó su papá, “es más estresante”. La mamá de Nesly, quien inicia tercero de secundaria, aseguró que la siente contenta. Ella, en efecto, se dijo contenta. “Me preocupa su salud, pero también su estabilidad emocional. Ves a otros niños en plazas y mercados, por qué no en la escuela”, planteó.
Al momento del esperado ingreso, los alumnos entraron en filas. Una para hombres y otra para mujeres. Una puerta para los primeros grados y otra, para el resto. Hubo un poco de confusión entre los padres que no leyeron cómo sería la entrada, lo cual se informó en la página de la escuela. Los estudiantes, luego de recibir gel antibacterial, permanecieron en el patio con sana distancia ante la mirada de los inquietos padres.
—La salida es por la puerta de siempre —gritó una profesora.
—¿Cuál de siempre? Es la primera vez que venimos —respondió una madre tras 18 meses de clases en línea.
—Sé que les preocupa, pero sus hijos ya ingresaron. No puedo tener la calle así. Desalojen, por favor —pidió personal en la puerta I, aglomerada de padres intentando mirar adentro.
Después de que su hija Alison entró a la secundaria para iniciar el primer grado, su padre Moisés permaneció viendo.
“La enfermedad durará mucho y ella tiene ya la capacidad de cuidarse. La educación cambia mucho presencial”, comentó respecto a por qué decidió enviarla.
Una hora después, en la misma calle, los alumnos de la primaria pública “Maestro Miguel Ángel Quintana” fueron entrando bajo la supervisión de los profesores, personal del Gobierno de la Ciudad de México y hasta una ambulancia. Este lunes sólo entraron 50 niños y niñas porque las clases serán alternadas dependiendo el apellido. No habrá cooperativa.
—Me siento bien —comentó Andrea, madre de Víctor, sobre su regreso a clases presenciales.
—¿Te sientes descansada? ¡Te voy a seguir molestando! —le respondió el niño que ingresa a tercer grado mientras la abrazaba. Él, por su apellido, entra hasta mañana martes, pero su madre quiso ir hoy a ver el protocolo.
—Me siento temerosa —agregó.
—Ay, qué gallina —bromeó Víctor.
—Sí aprendió, pero no como debería. Sólo con ayuda. Él solo viendo tele, no. Los hábitos se pierden. Ahora son las 10 de la mañana y sigue en pijama.
—Ahora levántame a las 5 –dijo el niño.
Víctor aseguró que se siente “molesto” de regresar al colegio físico, porque no le gusta ir a la escuela. “Ya conozco todo el salón”, argumentó.
EL REGRESO CON CÓDIGO QR
En el Colegio Williams, a un lado del Metro Mixcoac, al sur de la Ciudad de México, se vio lo que hace 18 meses no se veía: una cola continua de coches con padres de familia listos para dejar a sus hijos en la escuela.
“Cuídate mucho. Te amo mucho. No te vayas a quitar el cubrebocas”, dijo una madre que se bajó del coche para darle la bendición a su hija.
“Lávate las manos antes de entrar al salón. Te puse el gel en tu mochila. No se te olvide taparte. No quiero el suéter echo bolas”, advirtió una mamá a su hijo.
A las 7:11 de la mañana de este 30 de agosto, uno de los guardias de seguridad del colegio dijo que ya tenían contabilizado el acceso de 15 alumnos de educación básica y/o media, que es lo que ahí se imparte. Para las 7:21, más de 25 estudiantes ya habían ingresado a la escuela y los coches seguían llegando.
“Buenos días. ¿Necesita el código?”, preguntó un padre de familia, quien presentó su celular con un código QR. “¿Con la papeleta es suficiente?”, preguntó otro padre de familia antes de dejar bajar a su hijo de la camioneta en la que venían.
“Primaria por acá. Secundaria y preparatoria entran por la puerta de la esquina”, dijo una de las coordinadoras de acceso en repetidas ocasiones, a las madres y padres que llegaban para dejar a sus hijos.
“¿Qué piensa, qué siente de dejar a su hija otra vez en la escuela?”, se le preguntó a Roberto, un padre de familia. “Ya hacía falta”, explicó mientras reía. “Mi esposa y yo estamos nerviosos, pero aliviados de que vuelva. Tenerla en casa fue necesario, pero su educación no es lo mismo. También ella quiso volver. Ya extraña a sus compañeritos y también a sus profesores”, dijo antes de disculparse y salir corriendo. “Perdona, dejé el coche encendido”, abundó Roberto.
Tres minutos antes del cierre de accesos, la cola de coches continuó. Con luces intermitentes prendidas, los vehículos de padres y madres de familia llegaron este lunes al Colegio Williams después de más de un año sin clases presenciales.
De 7:00 a 7:30 horas fue el acceso oficial a clases; y a partir de las 14:30 horas los niños, niñas y adolescentes podrán ser recogidos del colegio ubicado enfrente del Metro Mixcoac.
Pasado el límite de acceso, los estudiantes aún llegaban. A las 7:36 horas, profesores y guardias no tenían un conteo exacto de estudiantes, pero calculaban más de 40 en cada una de las dos entradas en que los estudiantes fueron contabilizados, ya fuera con con el uso de un código QR o con la recepción de papeleta firmadas por los tutores.
En el Centro Educativo Jean Piaget, ubicado en la calle Rubens 38 de la Alcaldía Benito Juárez, los alumnos aún ingresaban al colegio a eso de las 7:57 horas.
“A las 2:20 pueden pasar por sus hijos”, dijo una de las “misses” a los padres de familia. “Adelante, mi amor. ¿Cómo estás? Buenos días”, fue lo que se escuchó cada vez que llegaba un niño al recinto de educación básica. “Te cuidas mucho. Haz caso a las profesoras. Al rato paso por ti”, le dijo una madre a su hija.
La mitad de alumnos, unos 200 menores de edad, estarán llegando a este colegio este día. Manuela, una de las directivas de la escuela, explicó que están implementando el modelo híbrido con clases presenciales y vía Zoom, salvo para los educandos de preparatoria que este día no fueron convocados a presentarse.
“¿Cómo se sienten de volver a ver a sus estudiantes?”, se le preguntó a Manuela. “Nerviosos y con muchísimo gusto hemos estado esperando este día y creo que también los papás y mamás”, explicó.
“¿Cómo han visto a las madres y a los padres?, ¿qué les comentan?”, se le volvió a preguntar a la docente. “Inquietos. También están nerviosos de dejar a sus hijos, pero felices de poder regresarlos a la escuela. Fue mucho tiempo sin clases, y sobre todo les preocupa que todo esté sanitizado, y nosotros lo hemos venido haciendo desde que cerró el colegio y hemos estado informando al respecto a los papás y mamás en juntas desde hace semanas”, comentó.
En algunas de las escuelas en la Alcaldía Cuauhtémoc, el regreso a clases fue paulatino. En la Escuela Primaria “Alfonso Herrera”, cerca de la hora de entrada a las 8 de la mañana, estaban tres pequeños ya haciendo fila para entrar.
El personal educativo colocó gel antibacterial y atendió dudas de los padres. Los alumnos entraron con cubrebocas, el resto del personal también estaba con cubrebocas y caretas.
En la Universidad La Salle, de la calle Benjamín Hill en la Colonia Condesa, los estudiantes llegaron poco a poco. A pie o en automóvil. Pero de acuerdo con el personal de seguridad, así suele ser la afluencia durante el día.
Fue constante la presencia de la policía capitalina. En las escuelas que abrieron hubo hasta seis elementos en dos patrullas. Incluso en escuelas cerradas fue enviado un policía para informar el estatus de las mismas.