Posición del Movimiento Magisterial del Valle de Toluca

El Retorno a Clases Presenciales: Retos y Consideraciones

 

Estamos por cumplir un año del confinamiento por la pandemia y parece que no terminará pronto, en los últimos meses habitantes de las pequeñas comunidades alejadas geográficamente de las zonas urbanas han sufrido los embates del virus algo que parecía lejano en el año anterior.

Las afectaciones más graves se están reflejando más en los quien menos tienen (economía, trabajo, educación, salud), las experiencias cercanas de contagios que lamentar nos ha llegado a todos.

Al hablar del tema educativo que nos compete, las complicaciones para cumplir con la responsabilidad docente son temas recurrentes de preocupación y conversación. Lo implementado por el gobierno como respuesta emergente con Aprender en Casa I, II y III parece un pequeño remedio a la grave enfermad del sistema educativo. El largo confinamiento ha traído sentimientos encontramos de padres de familia, niños y maestros, hay quienes quieren regresar a la escuela, añorando encontrar las condiciones y circunstancias de la antigua normalidad cosa que no va a suceder, pero al mismo tiempo frenan su inquietud al considerar los posibles contagios del virus.

Por otra parte, nos encontramos con los grupos de presión que por claros intereses económicos insisten al gobierno la reapertura de las escuelas y el retorno a las clases presenciales. Ante este panorama en los últimos días el gobierno viene anunciado el regreso a clases presenciales lo que tarde o temprano va a suceder.

Aunque no hay fechas anunciadas, los docentes debemos repensar los retos a enfrentar. Algunos previstos por el gobierno y la autoridad educativa de forma no tan precisa y otros muy poco señalados.

 

RETOS

1.- El acondicionamiento físico de las escuelas: la SEP (2020) ha publicado la Guía de orientación para la reapertura de las escuelas ante COVID-19, que aborda algunos de los desafíos como la infraestructura.

El reto es dotar de agua y jabón a todas las escuelas considerando que alrededor de 35% de los planteles de primaria no cuentan con servicio para lavado de manos. Aquí tenemos la responsabilidad de vigilar que nuestras escuelas tengan el servicio de agua en las mejores condiciones. De no cubrirse esta necesidad, habrá que tomar las medidas entre maestros, niños, padres y comunidad en general para presionar a la autoridad correspondiente para que cumpla esta obligación.

En cuanto a la organización de la dinámica escolar, garantizar el distanciamiento social durante toda la jornada exige contar con los espacios abiertos en todas las escuelas, lo que no todas pueden. La forma de resolver este problema no puede ser igual para todos. Habrá la posibilidad de que en algunas escuelas haya rotación de alumnos, por orden alfabético o por el avance o rezago en el aprendizaje, en otras escuelas habrá que exigir que los grupos sean de menor tamaño lo que requiere incrementar el número de maestros o romper la organización tradicional por grados y trabajar por ciclos, por ejemplo. En todo caso la implementación de cualquier medida requiere de una discusión y participación de todos los involucrados.

2.- Colaboración y cooperación comunitaria: La nueva normalidad exige la participación activa de toda la comunidad educativa, el trabajo colaborativo, cooperativo y corresponsable para el diseño y la ejecución de las medidas de convivencia al interior de las escuelas y para facilitar los aprendizajes de los alumnos. Esto es un reto importante toda vez que el individualismo ha permeado sobre lo colectivo ocasionando una participación limitada de las familias y la comunidad con la problemática de la escuela y los docentes. Superar una cultura escolar y comunitaria fincada en el individualismo, no es tarea fácil. El reto del colectivo docente es construir comunidad donde no la había y donde se ha ido deteriorando a causa del aislamiento.

3.- La atención emocional de los estudiantes: la pandemia no solo ha afectado el estado emocional por el aislamiento y el estrés, según datos de la UNICEF al interior del hogar se han incrementado la violencia, los casos de abuso sexual, los duelos por defunciones de familiares, la angustia ocasionada por la enfermedad, etc. El reto es implementar programas de convivencia y habilidades piscoemocionales; para ello se debe considerar primero la atención emocional de los docentes y luego su preparación en el manejo de emociones para que puedan brindar atención a los estudiantes. Aunque el sistema parece prever lo anterior al anunciar la capacitación a la estructura educativa con el apoyo de personal especializado de la Secretaría de Salud; al hacer una valoración contextual podemos observar que los recursos humanos (profesionales) no son suficientes y completamente eficientes.

Lo primero que hay que hacer es un diagnóstico escolar y a partir de ahí tomar las medidas y decisiones correspondientes. Una tarea que podemos realizar desde ahora es generar reuniones virtuales con los colegas y con padres de familia con el único propósito de restablecer la convivencia armónica, la confianza y el sentido de pertenencia lo que pude ser parte de una atención socioemocional.

4.- El reto académico: Sin duda la pandemia ha causado estragos en el aprendizaje de los alumnos, aunque todavía no suficientemente valorados, sabemos que son graves, principalmente en los alumnos con los que el docente tiene poca o nula comunicación y con aquellos que presentan dificultades en el hogar de desatención o violencia.

A pesar de muchos docentes comprometidos y de la atención a distancia con “Aprende en Casa” el tamaño del descalabro académico, se visualiza como crítico; pocos avances, nulos o incluso retrocesos. Por lo tanto, en un escenario de retorno a clases presenciales será prioritario:

  1. a) Fortalecer el trabajo en equipo, el compromiso colectivo, la cooperación y colaboración entre los actores educativos: alumnos, maestros, padres de familia y comunidad
  2. b) Reformular el curriculum: sin abandonar la directiva general del diseño oficial, los educadores en nuestro papel de mediadores entre el conocimiento plasmado en los planes y programas de estudio y los alumnos, necesitamos proponer y sostener como necesidad prioritaria ajustar el curriculum para entrarlo en los aprendizajes elementales (fundamentales); hacer a un lado la saturación de contenidos o aprendizajes esperados, la fragmentación disciplinar y proponer unidades temáticas encaminadas a la interdisciplinaridad y la transversalidad. Esto puede hacerse a partir de los Consejos Técnicos Escolares o bien desde discusiones previas al inicio de las clases presenciales. Los resultados del diagnóstico son fundamentales para establecer los criterios sobre los contenidos a trabajar en el periodo inmediato del regreso a clases.

La simplificación del curriculum no quiere decir minimizarlo o achicarlo irresponsablemente sino debe ser una oportunidad de trabajarlo hacia una formación integral, sin la separación disciplinar que ha implicado hasta ahora grandes dificultades para su implementación y evaluación.

Este ajuste curricular no será un cambio que se dé verticalmente, considerando que la mayor parte de directivos y autoridades siguen esperando las indicaciones burocráticas desde “arriba” y que debemos ir ajustado nuestros esquemas a una nueva realidad, este esfuerzo tendrá que venir del interior de los equipos escolares. Para justificarlo, implementarlo y defenderlo será necesaria la actualización teórica corresponsable de cada colectivo docente. En este sentido, es necesario sesiones de análisis de los colectivos docentes, no necesariamente programadas oficialmente como CTE sino por iniciativa de cada colectivo escolar antes del anunciado regreso presencial.

  1. La capacitación y el tiempo: se requiere que los problemas pedagógicos sean tratados de manera abierta. Sin la verticalidad que es propia de los CTE. Lejos de usar cuadernillos con respuesta ya determinadas, es necesario que los docentes, padres de familia y alumnos establezcan acuerdos propios de cada institución para establecer sus propias prioridades, no aquellas establecidas desde arriba. Para resolver problemas pedagógicos, didácticos o técnicos puede necesitarse el apoyo de especialistas que será necesario acercar a la escuela. Por ello el sistema educativo tiene que crear las condiciones para acceder a ellos, serán necesarios tiempo y recursos: financieros y materiales o tecnológicos.

Concluyendo; reafirmamos que los aprendizajes en casa no son los ideales, el contrato pedagógico está roto, la necesaria interacción interpersonal no puede darse de forma virtual. Los docentes necesitamos repensar: a) el pasado inmediato antes de la pandemia que no era el más óptimo, b) el futuro anunciado del retorno presencial y c) el futuro mediato sobre qué modelo educativo tendremos después de más de un año de aislamiento (que se rescatará del aprendizaje virtual, que aprendimos de la experiencia), no podemos pensar en retornar las escuelas como si nada hubiera pasado. Este ejercicio dará buenos resultados si se desarrolla de forma comunitaria, horizontal desde la escuela hacia arriba, proponiendo alternativas contextuales y no esperado las directrices verticales de la autoridad educativa.

Frida C.


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